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martes, 4 de abril de 2017

Crítica de "CADENA PERPETUA" (1994)


Año: 1994. Escrita y dirigida por: Frank Darabont (“La milla verde”… ver crítica). Basada en: el relato corto “Rita Hayworth and Shawshank Redemption”, de Stephen King. Intérpretes: Tim Robbins (ganador del Oscar por “Mistyc River”), Morgan Freeman (ganador del Oscar por “Million Dollar Baby”), Bob Gunton (“Demolition Man”), William Sadler (“Iron Man 3”… ver crítica), Clancy Brown (“Los inmortales”), Gil Ballows (la serie de televisión “Ally McBeal”), Jeffrey DeMunn (Dale en los inicios de “The Walking Dead”), James Whitmore (“El planeta de los simios”). Presupuesto: 25 millones de dólares. Recaudación: 58 millones. Premios: entre otros, obtuvo 7 nominaciones a los Oscar, incluyendo Mejor Película, Actor (Freeman), Guión Adaptado y Banda Sonora, sin lograr ninguno. Figura, no obstante, en muchas de las listas de las “mejores películas de todos los tiempos”, como el confeccionado por la revista “Empire”, que la sitúa en cuarta posición.


Las cuatro estaciones: el relato original de Stephen King que inspiró la película se encuentra dentro de un recopilatorio publicado en 1982como “Las cuatro estaciones”, donde se engloban otras tres piezas, cada una asociada a una estación del año en concreto. De los cuatro relatos, tres han sido llevados a la gran pantalla, con “Stand by me” (“The Body”) y “Verano de corrupción”. Como curiosidad, el realizador de la primera también repetiría con las adaptaciones de King gracias a “Misery”, otra gran adaptación aclamada por la crítica.


Sinopsis: en 1947, Andy Dufresne es condenado a una doble cadena perpetua en la penitenciaría de “Shawshank”, en Portland (Maine), acusado de haber asesinado a su esposa y al amante de ésta, pese a confesarse inocente de los hechos. En la cárcel, Andy pronto hace amistad con Ellis “Red” Redding, otro preso que también cumple pena de por vida por un crimen similar, y que se gana algo de dinero facilitando material de contrabando a otros condenados. Dufresne acabará pidiéndole a Rita Hayworth tras quedar prendado de ella en un pase de la película “Gilda”, y Red le facilitará un póster con la imagen de la actriz. Con el paso de los años, Andy se convertirá en una persona importante dentro de Shawshank, por su experiencia como banquero, haciéndole favores a los funcionarios y “lavando” el dinero de los chanchullos del alcaide.


Crítica: “Empeñarse en vivir… o empeñarse en morir. Es la pura verdad”. El análisis de la condición humana, la libertad, la responsabilidad propia de cada individuo y el sentido de la vida. No, no estoy blando del existencialismo (aunque bien pudiese), sino de una de esas películas que se traducen en un soplo de inspiración para el alma, convertidos sin saberlo en poemas visuales a los que uno siempre puede recurrir en e´poca de crisis de fe. Y no hablo de la fe religiosa, sino en el mero hecho de poner tus pies en el suelo y preguntarte qué es lo que va a quedar de ti una vez emprendas el camino final inevitable. Porque todos necesitamos dejar nuestra huella en el mundo, aunque sea tan insignificante y perecedera como el grabado en una viga de madera donde le indiquemos al resto que una vez estuvimos en ese mismo lugar. Que algún día estuvimos vivos. Si bien el hilo conductor principal de la historia no es un sesudo planteamiento filosófico, sino que por el contrario se desarrolla como un entretenido drama carcelario a lo largo de dos décadas que no está exento de los giros de guión propios del género, “The Shawshank Redemption” invita a otro tipo de análisis, donde también podemos abrir un debate sobre las redenciones del ser humano y la efectividad del sistema penitenciario, que en ocasiones es mucho más cruel e implacable para el ajusticiado que el crimen que haya cometido, por tanto en cuanto no le afecta sólo física o mentalmente, sino también a nivel emocional y casi evolutivo, convirtiéndoles en demasiadas ocasiones en seres primitivos que sólo responden a las necesidades básicas de todo ser humano.


Resumiendo: “Cadena perpetua” no es sólo una de mis películas favoritas (lo cual ya es un logro a tenor de que voy a razón de un par al día desde hace treinta años), sino que también la incluiría como uno de esos films imprescindibles de ver en alguna ocasión antes de morir. E incluso de degustar varias veces, pues posee esa cualidad inmutable de envejecer cada vez mejor y no deslucirse con los repetidos pases. Iré más allá: imagino que todos hemos tenido alguna vez el deseo de poder acceder a los archivos de nuestro cerebro para poder eliminar cada tanto alguna experiencia ya vivida y poder así degustar de nuevo cosas que nunca volverán a ser iguales para tus ojos. La primera vez que viste el mar, el primer beso o el primer polvo, por poner sólo tres ejemplos. Cinematográficamente hablando, y pese a recalcar que no es obligatorio para emocionarte de nuevo con su visionado, nos encontramos ante una de esas películas que te encantaría no haber visto… tan sólo para poder darte el capricho de volver a contemplarla como por vez primera. Y eso ya es mucho decir.


Memorable: el doble episodio de lugares comunes encerrados dentro del propio film, en las figuras de unos ancianos James Whitmore y Morgan Freeman que son por fin (e, irónicamente, a su pesar) dejados marchar de los muros de la cárcel toda vez que ya no se les presupone como una amenaza para la sociedad, y sentenciados a un trabajo de reinserción en un supermercado. La escena de Whitmore dándole de comer a los pájaros del parque deseando que alguno de ellos sea el que crió dentro de prisión… son de las que dejan secuelas.


Mejorable: en mi opinión (y ojo, esto implica que es completamente subjetiva) la secuencia final del reencuentro en la playa nunca me ha gustado. Las sencillas imágenes previas del viaje hacia lo inesperado y la cálida voz de Freeman expresándonos cómo se siente me parecen suficientes para ponerle el broche a la cinta, si bien entiendo que la audiencia mayoritaria se habría mostrado un tanto decepcionada por no “completar el círculo”. En cualquier caso, es un mal menor.


Curiosidades: Rob Reiner, que ya había hecho una meritoria adaptación de “Stand By Me”, ofreció dos millones y medio de dólares a Frank Darabont, que se había hecho con los derechos, para poder dirigir la película. Su intención era que Tom Cruise y Harrison Ford interpretasen los roles principales. Finalmente, Darabont consideró que era su gran oportunidad de revalidarse detrás de las cámaras y asumió las tareas, quedando Reiner como productor. En su estreno, la película fue considerada como un fracaso, pues quedó muy por debajo de su presupuesto, e incluso un tanto ninguneada frente a otras como “Forrest Gump” o “Pulp Fiction”, estrenadas el mismo año. Sin embargo, un reestreno posterior tras las nominaciones, el alquiler y venta en el mercado doméstico y la difusión casi diaria de los canales de Ted Turner tras su compra en 1997, estiman que a día de hoy debe haber generado más de cien millones de dólares en su conjunto.



Parafraseando: cuando, tras toda una vida dentro de los muros de Shawshank, al viejo bibliotecario le conceden por fin la condicional, su primer impulso es tener un ataque de pánico que a punto están de llevarle a cometer una locura contra sí mismo o contra alguno de sus amigos. Algo que pocos comprenden, salvo el viejo Red: “Ese hombre se ha pasado aquí dentro cincuenta años… ¡Cincuenta años! No conoce otro mundo. Aquí es alguien importante. Un hombre culto. Fuera de aquí no es nada. Un viejo inútil con artritis en las manos. No podrá conseguir un puñetero trabajo. ¿Me entiendes? Te encierran de por vida. Y eso es precisamente lo que te quitan. La parte que realmente importa, al menos”.

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