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miércoles, 12 de abril de 2017

Crítica de "FROZEN" (2013)


Año: 2013. Estudio: Walt Disney Animation Studios. Directores: Chris Buck y Jennifer Lee. Basado en: el cuento “The Snow Queen” (“La reina de nieve”) de Hans Christian Andersen. Voces de: Kristen Bell, Idina Menzel, Jonathan Groff, Josh Gad, Santino Fontana. Presupuesto: 150 millones de dólares. Recaudación: 1276 millones. Premios: dos Oscar (Mejor Película de Animación y Mejor Canción Original por “Let it go”), Mejor Película de Animación en los Globos de Oro y los BAFTA. Curiosidades: es el film número 53 dentro de los “Clásicos Disney”.


Historia: una de las anécdotas poco conocidas sobre la película es que en realidad, la historia de “La reina de hielo” iba a ser el primer largometraje animado de Walt Disney, en la década de los 40, antes incluso de “Blancanieves y los siete enanitos”. El proyecto después se reconvirtió en una mezcla de imagen real y animación para un biopic centrado en la figura de Hans Christan Andersen, donde la factoría del ratón Mickey haría algunas reinterpretaciones de los cuentos del autor, si bien el posterior estallido de la II Guerra Mundial llevó a Disney a su producción de propaganda bélica y el film “Hans Christian Andersen” se estrenó en 1952 sin la participación del estudio, y como musical de imagen real, que recibió 6 nominaciones a los Oscar. Un segundo intento tuvo lugar en la década de los noventa y un tercero una década después, donde Pixar sería la responsable, hasta que finalmente la producción de la película que hoy todos conocemos se puso en marcha. En 2015, se anunció oficialmente una secuela con el mismo director y productor sin que, de momento, se conozca la fecha de estreno.


Sinopsis: Anna y Elsa son dos princesas marcadas por un terrible destino. Siendo niñas, Elsa (que posee poderes de hielo) hiere a su hermana mientras juegan, teniendo que solicitar la ayuda de las criaturas mágicas del bosque para sanarla. Esto hace que Elsa permanezca encerrada hasta su madurez, sin entrar en contacto con nadie. Pero el día de su coronación, en su 18 cumpleaños, su hermana Anna la hace estallar al anunciarle que se ha prometido con Hans, un príncipe al que apenas conoce. Desvelar sus poderes en público la hacen parecer una especie de monstruo, por lo que Elsa huye al bosque. Hasta allí la seguirá Anna para recuperarla, para lo cual contará con la ayuda de Kristoff, un excéntrico comerciante y Olaff, un muñeco de nieve que posée vida propia.


Crítica: desde que llegó Pixar a la factoría Disney, las películas más clásicas del estudio habían pasado a un segundo plano, y sólo “Twisted/Enredados” tuvo un conato de recuperar ese estilo, aunque el éxito no fue el esperado. Sin embargo, “Frozen” sí que lo ha conseguido con creces. Es una película de Disney a la vieja usanza: sus princesas, su adaptación de cuentos clásicos, sus personajes inanimados que cobran vida y sus canciones cada cinco minutos. Ahora parece que Disney ha re-inventado la rueda o descubierto la fórmula de la Coca-Cola… cuando realmente lo que ha hecho es bucear en sus raíces. Pero claro, la ventaja que tienen es que su audiencia es tan joven que quizás no hayan visto “La bella durmiente”, “Blancanieves” o “La bella y la Bestia” (o las han visto, pero estaban deseando recuperar ese estilo). Una buena construcción de personajes (en esta ocasión, y sorprendentemente, los femeninos), un fino humor que no parece infantil ni empalagoso, canciones pegadizas que no podrás dejar de tararear durante semanas y la transmisión de unos valores poco explotados en este tipo de películas: la relación, a menudo difícil, entre dos hermanas tan parecidas como diferentes a la par. A este respecto, me parece tronchante la lectura con connotaciones sexuales (algo, por otro lado, no ajeno a las producciones animadas de la casa) sobre que Elsa es una representación del colectivo LGTB, que el personaje en sí mismo supone un intento de “normalización” de la homosexualidad por parte de Disney y que la canción de “Let It Go” habla en realidad sobre salir del armario. Una “teoría de la conspiración” que es más entretenida si cabe que la propia película y que, en el peor de los casos, siendo cierta… ¿a quién le importa? ¿Se imaginan a un niño/a diciendo el día de mañana que se “convirtió” (como si fuese cosa de arte de magia) en gay/lesbiana a raíz de ver “Frozen”? Hombre, no digo yo que el visionado de la cinta en bucle, como hacen la mayoría de infantes desde que salió el film, no derive con el tiempo en algún trastorno de cualquier tipo (o más bien para los pobres padres) que tienen que soportarlo, pero tanto como para eso… En fin.


Resumiendo: si te parece que “Up” o “All E” tenían un trasfondo demasiado profundo… “Frozen” es tu nueva película favorita. Para los demás… pues te parecerá una película Disney “de las de toda la vida”; simpática pero carente de originalidad. Quizás, eso sí, sea la primera producción de la factoría que realmente se entiende como una “evolución” de sus fórmulas tradicionales pero acercándola más al estándar de calidad que la Pixar de John Lassetter estableció desde la primera “Toy Story”. No en balde, por algo es el susodicho actualmente el director creativo de la compañía.


Memorable: sin duda, el personaje de Olaff, el muñeco de nieve, que tiene los gags más afortunados del metraje y pide a gritos su propio spin-off. Que, por cierto, el actor que le pone voz en la V.O., Josh Gad, aparece de carne y hueso en la nueva versión en imagen real de “La Bella y la Bestia” (ver crítica) como LeFou, un personaje que también ha dado mucho que hablar por su orientación sexual.


Mejorable: ¿soy yo… o la princesa Anna es un poco “choni”? Eso de llamar “cañón” a Hans nada más conocerle y otro tipo de comportamientos más acordes con una poligonera que con una princesa educada la delatan. Y eso que los responsables explican que suavizaron el tono de la chica porque en el primer borrador le tiraba los tejos de primeras a todo lo que se le pusiera por delante… aún después de estar prometida.


Curiosidades: bueno, son muchas, así que diré sólo unas pocas. Hablando de cifras, “Frozen” es la cinta de animación más taquillera de todos los tiempos, así como la película con más unidades vendidas en el mercado doméstico. Además, fue la segunda más descargada ilegalmente en 2014 tras “El lobo de Wall Street”. El año de su lanzamiento, Disney emitió una denuncia por plagio contra la película canadiense “La leyenda de Sarila”, que tras un estreno sin pena ni gloria con dicho título, se renombró a “Frozen Land” además de cambiar gran parte de su estética en la promoción, con el claro objetivo de atraer la atención de los fans de la cinta de Disney. Por otro lado, la demanda de merchandising fue tan grande, que la mayoría de países se quedaron sin existencias durante meses, lo que llevó a que la vente por internet de muñecas oficiales pudiese llegar a los 1000 dólares. Terminamos con la nota amable de los niños, muchos de los cuales están literalmente enfermos con la película, viéndola una y otra vez y cantando sus canciones de memoria. Entre los famosos que han confesado tener un vástago con esta “frozenmanía” están David Cameron (el ex primer ministro británico) y los actores Ben Affleck, Kevin Costner, Vince Vaughn o la actriz Amy Adams. Por cierto, que el nombre de “Elsa” es uno de los más escogidos por los padres para bautizar a sus retoños desde el estreno de la película.



Parafraseando: normalmente no pondría esto en este apartado, pero tengo que reconocer que desde que vi la película no paro de repetir: “Hazme un muñeco de nieve… anda vamos a jugar… ahora ya no te puedo ver, no sé muy bien qué ha podido pasar. Éramos inseparabales… y ahora ya no… No lo logro comprender… Hazme un muñeco de nieve… o lo que sea me da igual”… que es un verso de una de las primeras canciones de la peli. Una melodía tan sencilla como efectiva.

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