Año: 1990. Dirigida por:
Martin Scorsese (“El lobo de Wall Street”… ver crítica). Escrita por: el propio
Scorsese con Nicolas Pileggi, basada en su propia novela de no ficción “Wiseguys:
Live in a Mafia Family”, publicado en 1986. Intérpretes: Ray Liotta (“Campo de
sueños”), Robert De Niro (“El lado bueno de las cosas”), Joe Pesci (“Solo en
casa”), Lorraine Bracco (la doctora Jennifer Melfi en la serie de HBO, “Los
Soprano”), Paul Sorvino (el sargento Phil Garreta de la serie “Ley y orden”),
Frank Sivero (“El Padrino Parte II”), Samuel L. Jackson (“Pulp Fiction”), Michael
Imperioli (Christopher Moltisanti en la serie “Los Soprano”). Presupuesto: 25
millones de dólares. Recaudación: 46 millones. Premios: fue nominada a 6 Oscar
incluyendo Mejor Película y Mejor Director, ganando Pesci el de Mejor Actor
Secundario.
La serie: David
Chase, creador de la serie de HBO, “The Sopranos”, nunca ha escondido que “Goodfellas”
es la principal referencia para su ficción, hasta el punto de asegurar que el
visionado de la cinta “le cambió la vida”. Hasta tal punto se entiende una como
heredera de la otra que una treintena de actores que aparecen en “Uno de los
nuestros”, aunque sea fugazmente, acabaron después desfilando por la producción
televisiva. En 2012, por otro lado, se comentó que la propia película sería
adaptada para la pequeña pantalla, con el autor del libro original, Nicolas
Pileggi, desarrollando el argumento, si bien cinco años después de aquello
todavía no se ha concretado un piloto en firme.
Sinopsis: durante
más de treinta años (toda su vida, en realidad) Henry Hill quiso ser un
gángster, mitificando la figura del líder de la mafia local, “Paulie”, quien
desde muy joven empezó a darle trabajo como recadero. Con el paso de los años,
Henry tendría su propia cuadrilla dentro de la banda, junto a sus principales
amigos, Jimmy (un asesino irlandés experto en dar grandes golpes) y el
impredecible, violento y con tendencia a explotar, Tommy. A pesar de tenerlo todo en la vida a
esas alturas, Henry y el resto irán complicando la situación traficando con
drogas a espaldas de “Paulie” y encubriendo el asesinato de un miembro de “la
familia”, lo que acabará desembocando en la destrucción del ideal con el que él
había soñado toda su vida.
Crítica: “Que yo
recuerde, desde que tuve uso de razón quise ser un gángster”. Creo que todos podíamos suscribir esta
afirmación. Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos querido ser un “chico
listo”. Scorsese y Coppola, al referirse a sus epopeyas sobre la mafia
italiana, siempre han dicho que pretendían denunciar su estilo de vida y lograr
que el público sintiese odio hacia los personajes. En mi opinión… y una mierda.
¿Cómo coño no vas a querer ser ese tipo que entra por la puerta y todo el mundo
adora, repartiendo billetes a diestro y siniestro, paseando con una chica cada
noche y soltando el puño ante cualquier imbécil que quiera amargarte el día? “Goodfellas”,
más que una película dentro del subgénero de la mafia, debería englobarse
dentro de esa otra categoría que glorifica el famoso “sueño americano”. Una de
las mejores películas de todos los tiempos, influyente hasta decir basta, no
sólo en otras películas, sino en la música, la televisión, la literatura y
cualquier otra rama de la cultura pop; Scorsese rompió las reglas del juego con
la que probablemente sea la mejor obra de su filmografía, salpicando la
pantalla de información a raudales, larguísimos planos secuencia, montaje de
planos rápidos, imágenes congeladas… En sus propias palabras, la película
debería empezar como un disparo (literalmente) y continuar desde ahí. Ni la
narrativa ni la composición estética del film en sí debían tener un orden o una
coherencia porque la misma no se encontraba dentro de las vidas de sus
protagonistas. El personaje de Bracco, queriéndolo o no, acaba transmitiendo
muy bien la sensación que a uno le embriaga en cada visionado de la cinta, por
muchas veces que sean, como una “borrachera emocional”. Y para qué hablar de
las interpretaciones, sin duda las mejores de quienes aparecen en el elenco, lo
cual ya es mucho decir en gente como De Niro o Pesci. Por cierto, para quienes
echen en falta un poco de contención y mesura en alguno de los pasajes, siempre
pueden recurrir al debut como realizador de “Bobby”, “Una historia del Bronx”,
que puede considerarse como una especie de spin-off o simple deudor de los
primeros minutos de la que nos ocupa.
Resumiendo: si
estás leyendo esto seguramente sea porque ya has visto alguna vez la película,
así que no tengo que convencerte de nada. Lo has comprobado por ti mismo. Si por
el contrario nunca has visto “Uno de los nuestros”… no sé qué cojones estás
haciendo con tu vida. Scorsese creía que estaba haciendo una desmitificación
del estereotipo que su amigo Coppola había estilizado previamente en la
trilogía de “The Godfather”, pero sin quererlo no hizo sino acrecentar la
leyenda de la que bien puede considerarse como la “auténtica familia americana”.
Enorme, seductora y desbordante en todos sus aspectos.
Memorable: el
laberíntico plano diseccionando desde la puerta de atrás el “Copacabana”, que
al igual que otros muchos pasajes de la cinta (como la cena con la madre de
Tommy cuando acuden a su casa para coger una pala con la que enterrar a un
tipo), fue improvisado y se debe a una solución técnica para resolver un
problema de permisos con el famoso club. Copiado y reutilizado hasta la
saciedad, que se lo digan si no al “Birdman” de Iñárritu.
Mejorable: sin
duda, el poso que te deja el final, si bien puede que sea una apreciación mía. Como
he señalado, la intención de Scorsese era dibujar a Henry Hill como un listillo
que encuentra finalmente la horma de su zapato. Pero en realidad por lo que le
acabas detestando es porque traiciona a sus amigos y al resto de “la familia”
para terminar viviendo el resto de sus días, como él mismo dice al final, como
un “gilipollas”.
Curiosidades: De
Niro y, en menor medida, Pesci, eran colaboradores habituales de Scorsese. El primero,
de hecho, es el intérprete con quien más veces ha trabajado el realizador,
hasta un total de ocho, desde “Malas calles” (1978) hasta “Casino” (1995),
donde también aparece el segundo. Más tarde, DiCaprio parece haber ocupado su
puesto como actor fetiche, con cinco participaciones. En las agendas de todos
está volver a coincidir juntos, si bien el proyecto que más interés despierta
entre los aficionados es “El irlandés”, otra adaptación mafiosa donde Scorsese
trabajaría de nuevo con De Niro y Pesci, sumando además al elenco y por primera
vez, a otra leyenda viva de la interpretación como lo es Al Pacino.
Parafraseando: antes
de que veamos una de las secuencias más emblemáticas de la cinta (la de Pesci
contando cuna anécdota y preguntándole reiteradamente a Liotta por qué dice que
es un “tipo gracioso”), la voz de éste último nos resume el por qué de vivir
como lo hacen: “Para nosotros, vivir de otra forma era impensable. La gente honrada,
que se levantaba temprano cada mañana para matarse a trabjar por unos sueldos
de mierda, que iban en metro cada día y pagaban sus facturas… estaba muerta. Eran
unos gilipollas. No tenían agallas. Si nosotros queríamos algo… lo cogíamos. Y si
alguien se quejaba, le dábamos tal paliza que no volvía a quejarse. Era simple
rutina. Ni siquiera lo pensábamos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario