Basada en: la
pentalogía de novelas escritas por Arturo Pérez Reverte. Emisión: enero-marzo
de 2015. Cadena: Telecinco. Intérpretes: Aitor Luna, Natasha Yarobenko, Lucía
Jiménez, Patricia Vico, Carmen Sánchez, Marcos Ruiz, Luis Callejo, Miguel
Hermoso, Aura Garrido, Audiencias: la ficción debutó con algo más de un millón
de espectadores y un 13% de share, perdiendo progresivamente espectadores hasta
el capítulo final, visto por un paupérimmo 0.8% de share. Curiosidades: el
director Enrique Urbizu, ganador del Goya al Mejor Director por “No habrá paz
para los malvados”, realizó los dos primeros capítulos.
Principal: tras
regresar del tercio de Flandes, Diego Alatriste tiene que hacerse cargo del
pequeño Íñigo de Balboa, huérfano de un compañero de armas, mientras se gana la
vida como puede en el Madrid de los Austrias. Su espada pronto será reclamada
por los conspiradores de la corte de Felipe IV, cuando el Príncipe de Gales y
el conde de Buckinham acuden de incógnito a la ciudad para pretender a la
infanta. Será así como Alatriste conocerá a su letal enemigo, el espadachín
italiano Gualterio Malatesta.
Secundario: el
triángulo amoroso entre Diego, la actriz María de Castro y Caridad la
Lebrijana, dueña de la fonda de El Turco, las conspiraciones de Luis de Alquézar
y el inquisidor fray Emilio Bocanegra, la relación de amor-odio entre Íñigo y
la joven Angélica o las cuitas de Quevedo son algunas de las subtramas.
SPOILER: después
de que el Príncipe de Gales abandone España enfermo y sin haber conseguido su
propósito de desposarse, Malatesta hiere gravemente a Íñigo y Alatriste clama
venganza, aunque termina por perdonarle la vida. María de Castro, por su lado,
empieza a ser la amante del rey, pero Bocanegra manda asesinarla y el matarife
la confunde por su hermana, quien recientemente había sido salvada de la
Inquisición. Recuperados de sus heridas, Alatriste e Íñigo se reincoporan al
tercio para acudir a la rendición de Breda, cuando Francia declara la guerra a
España.
Crítica: para
este viaje no hacían falta tantas alforjas. Qué mala suerte ha tenido hasta la
fecha Pérez Reverte con sus adaptaciones. Centrándonos sólo en su creación más
célebre, ni la versión en cines de 2006 auspiciada por Agustín Díaz Yanes (que
condensaba en un solo largometraje los cinco libros) ni la que ahora nos ocupa
han sabido hacerle justicia. “Las aventuras del Capitán Alatriste” parecen más
bien un triste intento por parte de Telecinco de tener su propio “Águila Roja”
que de hacer una buena traslación del material literario. Se entiende la
decisión de rodar en decorados como una manera de agilizar la producción, pero
la sensación que transmiten, con una luminosidad a lo “Médico de familia” es de
estar contemplando un mero artificio. Perdonable, no obstante, si no fuese por
su pobre construcción de pesronajes, demasiado estereotipados como para tomar a
la ficción mínimamente en serio (desde el Dómine hasta “Copons” pasando por la
infantiloide raleza). Un punto cómico sería incluso agradecido, pero que el
noventa por ciento sean tan simples acaban por hacer de ésta una aventura sin
ninguna sustancia. Grave es que Alatriste no tenga ningún rival digno (Luis de
Alquézar es un cornudo pusilánime, Bocanegra es una sombra de su homónimo en
papel, el cardenal Richelieu aparece y desaparece sin dejar huella) a excepción
de un Malatesta del que, claro, hacen uso y abuso en cada capítulo, con su
típica muletilla de “Me piace” que termina haciendo de él una caricatura; pero
mucho peor son los roles femeninos que se dejan ver por la pantalla: Yorobenko,
después de ser nominada por “Habitación en Roma”, se encargó de “destrozar” a
Sigrid en la infame adaptación de nuestro otro capitán más universal, y aquí
perpetra a una María de Castro sencillamente fuera de lugar. Será muy guapa y
todo lo que tu quieras, pero resulta cuanto menos inverosímil que de voz a una
“actriz” en permanente sobreactuación. Y lo de Angélica de Alquezar, por
previsible, no deja de ser vergonzoso. La de los libros de Reverte era una
mujer encerrada en el cuerpo de una niña, igual que la vampiresa que Kristen
Dunst bordase en “Entrevista con el vampiro”, plenamente consciente de sus
encantos para reducir a los hombres a meros ejecutores de sus órdenes.
Encontrar a una joven actriz que pudiera transmitir ese conjunto de cualidades
era casi imposible, así que intuyo que los productores lo dieron por perdido y
contrataron a la que pareciese una niña repelente a la que dan ganas de
abofetear cada vez que abre la boca. Si tengo razón, entonces me quito el
sombrero porque acertaron de lleno. La peor parte es para Lucía Jiménez, sin
duda la mejor de las actrices que completan el elenco, y que paradójicamente
queda relegada a un rol de “mujer florero”, con un personaje que carece de
matices y se limita a recibir al capitán con los brazos abiertos cada vez que
éste llega, por muchas perrerías que le haya hecho pasar cinco minutos atrás.
Resumiendo: el
principal problema de la adaptación televisiva de “Alatriste” es que parece una
ficción de otro tiempo. Y no me refiero precisamente al siglo XVI. En la época
donde “Juego de Tronos” sorprende a todos por sus tramas complejas y personajes
tridimensionales, aquí sólo el protagonista está definido como para ser
interesante a ojos del público, aunque es imposible soportar él sólo el peso de
toda la producción. Lamentablemente, si el resultado hubiese sido otro
habríamos dedicado más espacio para la composición de Aitor Luna, que se
transmuta en un Diego muy convincente, a medio camino entre lo que hizo Viggo
Mortensen y lo que pide el tono global de la serie, impecable en cualquier caso
como galán clásico. Sin duda, es de lo poco que merece reseñar de una apuesta
que partía como la gran baza de la cadena para este año y que se despidió de la
parrilla por la puerta de atrás y sin
que nadie la vaya a echar de menos. Nuestro capitán, con el ala más triste que
nunca.
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