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martes, 18 de abril de 2017

Crítica de "TESIS" (1996)


Año: 1996. Dirigida por: Alejandro Amenábar (en su debut como realizador). Guión: el propio Amenábar junto a su amigo Mateo Gil. Producida por: José Luis Cuerda (también director de, por ejemplo, “La lengua de las mariposas”). Música: también Amenábar. Intérpretes: Ana Torrent (“El espíritu de la colmena”), Fele Martínez (“El arte de morir”), Eduardo Noriega (“Nadie conoce a nadie”… ver crítica), Xabier Elorriaga (“Acantilado”), Nieves Herranz (los cortos “Himenóptero” y “Luna”), Miguel Picazo (también director, por ejemplo, de “La tía Tula”). Presupuesto: 116 millones (de las antiguas pesetas).


Premios: arrasó en los Goya, consiguiendo 7 de los ocho galardones a los que estaba nominada, incluyendo Mejor Película, Director Novel, Guión Original y Actor Revelación (Martínez). El único que no se llevó a casa fue el de Actriz Protagonista, para Torrent, que acabó en manos de Emma Suárez por “El perro del hortelano”.


Sinopsis: preparando su tesis de final de carrera, Ángela le pide ayuda a uno de sus profesores para conseguir películas que, por su crudeza visual, no hayan llegado a emitirse por televisión. Al día siguiente, la joven encuentra al susodicho muerto como consecuencia de un grave ataque de asma, y da por hecho que fue por una cinta que estaba visionando. De esta manera, Ángela se queda la cinta y acaba pidiendo consejo a Chema, un compañero de clase con gustos raros y un poco antisocial. Juntos, descubren que el vídeo es una grabación snuff donde se ve cómo torturan y matan a Vanesa, una estudiante desaparecida dos años atrás. ¿El principal sospechoso? Es Bosco, un misterioso chico del que Ángela no podrá evitar enamorarse.


Crítica: “Me llamo Ángela y me van a matar”. Qué buena es esta puta película. Uno de los indicios más claros sobre el inexorable paso del tiempo es ver cómo algunas de tus películas preferidas van cumpliendo años. En el caso de “Tesis” con ni más ni menos que 21. El cine, como arte, es uno de los que más se devalúan con este pasar del tiempo, pero no es, ni de lejos, el caso de la que nos ocupa, que he podido disfrutar una docena de veces desde que la descubrí y siempre con a misma intensidad. Y digo bien: “descubrí”. Cuando se estrenó en cines, yo apenas tenía quince años. Ya por entonces era un cinéfilo, pero tendía a pensar (como por desgracia lo siguen haciendo muchos hoy en día) que no había nada realmente interesante en nuestra producción autóctona. Unos amigos fueron al cine a ver “Abre los ojos”, el segundo largometraje de Amenábar, y salieron de la proyección extasiados, repitiéndome una y otra vez que tenía que ver esa cinta. Tuve que esperar, no obstante, a que la editasen meses después para su alquiler en videoclubs, y aún recuerdo las pocas expectativas con las que la vi. En otro momento, me explayaré más sobre aquella, pero sólo apuntar que “Abre los ojos” fue la película que me terminó de convencer para dedicarme profesionalmente a la interpretación. Literalmente, me cambió la vida. Los mismos amigos me insistieron para que viese “Tesis”, película anterior del director de la que ni siquiera había oído hablar. No tardé ni 24 horas en hacerlo. Me quedé sin palabras. Era tan buena que casi me hizo llorar. Era vibrante, ingeniosa, jugaba sus cartas como pocas y, en líneas generales, era una perfecta maquinaria bien engrasada, con un domino del “tempo” narrativo encomiable y unos diálogos inteligentes y naturales. En muchos aspectos, “Tesis” no sólo cambió mi vida, sino también gran parte de la mal llamada “industria” patria, que vio claramente que no sólo podían emular lo que importábamos por mera displicencia… sino que había un público dispuesto a consumir esas historias. Significativo es el discurso que el propio Amenábar hace a este respecto en boca de uno de sus personajes, toda una bofetada sin manos al “ombliguismo” en el que habíamos sucumbido. Sin duda, el debut más esperanzador y arrollador de nuestra cinematografía. Reivindicable, empero, no sólo por todo lo anteriormente apuntado, sino también como simple entretenimiento porque… a fe que lo es. “Una palabra más… y me estrello”.


Resumiendo: “Tesis” fue la llamada a la puerta que nos indicó que los tiempos, como cantaba Dylan, estaban cambiando. ¿No lo hacen constantemente? El buen momento que vive hoy en día nuestro género del thriller quizás empezó con ella. Era el rock and roll necesario y reivindicativo que venía a remover un poco el cotarro y hacer ruido, con el descaro propio de la juventud y la valentía de quien no tiene nada que perder… y en cambio todo por ganar. Si no la has visto, voy a hacerte el mismo favor que en su día hicieron conmigo: “¡Hazlo de una puta vez!”.


Memorable: el descubrimiento de Fele Martínez y su carisma arrollador que traspasa la pantalla. Y eso que éste era su primer trabajo “profesional”. Uno de los ejemplos más claros de cómo convertirse en estrella. Una lástima que en los últimos tiempos parezca más acomodado que otra cosa, concatenando producciones televisivas en los que ejerce como secundario.


Mejorable: por el año en el que se estrenó, muchos quisieron restarle méritos diciendo que era una suerte de “slasher” al uso, como un remedo de la “Scream” de Wes Craven que tanto bien y mal hizo por el género. Nada que ver. Si bien el uso de los golpes de efecto y la banda sonora se pueden considerar similares a los empleados en ese tipo de películas, el resultado final se encuentra en puntos equidistantes.


Curiosidades: Nieves Herranz, que en la película interpreta a la hermana pequeña de la protagonista, era compañera de Amenábar en la facultad de Ciencias de la Información donde ambos estudiaban. Junto habían participado en los dos cortos previos del realizador, “Himenóptero” y “Luna”, donde Eduardo Noriega participó como coprotagonista del segundo. El caso es que el padre de Nieves conocía al realizador José Luis Cuerda y consiguió que éste accediese a ver dichos trabajos. Impresionado por ambos, Cuerda contactó con Amenábar y le preguntó si no tendría ninguna idea para hacer un proyecto más largo. El resto, como suele decirse… es historia.




Parafraseando: hay muchos diálogos que para mí son inolvidables. Pero me voy a quedar con el monólogo final de Noriega (otro que está que se sale en su primer papel importante), recitando con naturalidad lo que está a punto de hacerle a su víctima: “Bueno, te cuento un poco lo que vamos a hacer. Primero te voy a golpear en la cabeza durante un rato. Cuando pierdas el conocimiento dejo que te recuperes. Luego te machaco los brazos y las piernas. Después te mutilo… pero aún no sé el qué. Esas cosas las improviso sobre la marcha. Si por ejemplo te corto una mano, te la puedo poner en la cabeza, como si fuese una diadema. Esas mariconadas dan mucho juego. Puedo hacer que te comas tu propia oreja. Incluso si me lo curro, puedo sacarte las tripas sin que te mueras. Acojona, ¿eh? Ángela, mírame… ¿A que acojona?”.

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