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Información general:
reseña de “Devil at Bay”, arco argumental publicado entre los números 1 al 5
USA del volumen 4 de “Daredevil”, lanzado entre marzo-agosto de 2014 por Marvel
en USA, con el equipo creativo formado por Mark Waid (guión), Chris Samnee (lápices
y tinta) y el español Javier Rodríguez (color). En España, Panini lo publicó en
el tomo 6 dedicado a “Daredevil”, en noviembre de 2014, tomo de 160 páginas al
precio de 14.95 donde también se incluía el cómic digital “Road Warrior”, todo
ello bajo el título de “100% Marvel: El diablo en la bahía”.
Antecedentes: con
Axel Alonso como jefe editorial de Marvel, la antigua Casa de las Ideas ha
optado, en los últimos años, por una política de estructurar sus colecciones
como si fueran una especie de “temporadas televisivas”, lo que generalmente
implica cambio del equipo creativo y un nuevo “status quo” para los personajes.
No obstante, el exitoso tercer volumen de Waid & Samnee (ganadores del
premio Eisner, nada menos), seguir al frente del título en el nuevo
relanzamiento “All New Marvel NOW”. A pesar de su continuidad, el volumen 3
finalizó con la salida del número 36 y la colección se inició con un nuevo
“número 1”.
Historia: tras
revelar su identidad secreta para derrocar a los Hijos de la Serpiente, Matt
Murdock pierde su licencia para ejercer como abogado en New York debido a las
implicaciones morales de su doble vida como justiciero enmascarado, y tanto él
como su nuevo interés romántico, Kirsten McDuffie, se mudan a San Francisco,
ciudad donde Matt ya había vivido un tiempo durante su relación con Viuda
Negra. Sin embargo, sus poderes extrasensoriales tendrán que esforzarse al
máximo en una urbe apenas transitada donde, nunca mejor dicho, irá “a ciegas”.
La popularidad que suscita el hecho de tener un exVengador por sus calles
(conocido ahora tanto cuando va con el traje rojo de cuernos como sin él) no
hará gracia al héroe caído en desgracia Mortaja (alias Max Coleridge), quien le
llevará de cabeza a un nuevo enfrentamiento contra su viejo enemigo el Búho,
establecido como jefe mafioso de la ciudad del Golden Gate.
SPOILER: durante
el proceso de traslado, con apertura de nuevo gabinete jurídico incluida, Matt
y Kirsten hablan de Foggy Nelson, el amigo de la infancia de Murdock y socio
desde siempre, en pasado y cierta nostalgia, dando a entender que el hombre ha
sucumbido finalmente a los estragos del cáncer que padecía. Al final,
descubrimos que, efectivamente, Foggy ha muerto. O, por lo menos, para la
opinión pública. Porque en realidad, se ha fingido su propia muerte para que
pueda recuperarse sin temor de ser objetivo de algún enemigo de DD, ahora que
es vox populi su verdadera identidad.
Crítica: al
haberme enganchado de nuevo al Hombre Sin Miedo después de la triste “Shadowland”,
he tenido un problema con esta revisión que del héroe hicieron Waid y Samnee
(revisión, me consta, muy aclamada y que estaba deseando tener la oportunidad
de “probar”; prometo ponerme al día con el volumen anterior. Porque claro, he
realizado un ejercicio retrospectivo y resulta que, irónicamente, a lo tonto
llevo como treinta años leyendo cómics y no recuerdo a un Daredevil que no
fuese “oscuro” o “Trágico” (al menos, las etapas que más han dado que hablar,
desde Frank Miller hasta B.M. Bendis). Entonces, esta supuesta vuelta a los
orígenes (coincidiendo, además, con el 50 aniversario del personaje creado por
Stan Lee y Bill Everett)… ¿qué orígenes son? Porque no es el “DD” que yo
conozco entoda una vida de léctor. Tampoco es el que se utilizó para el enfoque
de la discutible película protagonizada por Ben Affleck. Ni el empleado para la
más reciente serie de Netflix. Es, pues, un regreso a los orígenes… que ahora
nos interesa sacar a la luz. Porque lo cierto es que el caos y la
autodestrucción cada vez más presentes en la colección habían llevado al bueno
de Matt Murdock a una psique difícil de mantener (y lo prueba el citado
“Shadowland”). Con esto no quiero decir que el acercamiento de Waid sea malo.
Simplemente… “chocante”. Se me hace difícil ver al “cuernecitos” en plan Otis
Redding tarareando “Sitting on the dock of the bay”. Y por las críticas que he
leído en internet, aunque la gran mayoría apoyan incondicionalmente esta etapa,
también hay quien la odia. Digamos que yo estaría en término medio, por lo
menos en lo que respecta a este tomo. Hay cierta sensación de “vacuidad”, de no
estar pasando nada, a peasr de que sí estén sucediendo, un regustillo
desazonador que no termina de hacerme levantar de la silla y aplaudir. Quizás
en ello también tenga responsabilidad el trabajo gráfico de Samnee, con un
estilo “independiente” y de género “noir” que en teoría le vienen bien al
atormentado héroe de Marvel. Sólo que, en este caso… ¡no está atormentado! Y
además, ese trazo grueso no es, precisamente, mi favorito, aunque esto ya sean querencias
personales. Alabo, no obstante, su estructura de página y el hecho de que sea
de los pocos dibujantes que a día de hoy continúan más de tres números en un
mismo título. Pero esa ausencia de escenarios (que, insisto, en un supuesto
“Daredevil Black & White” quedarían de puta madre), aquí obligan a
Rodríguez a utilizar como relleno toda su paleta de colores más chillones, con
un resultado final que sólo entendería Andy Warhol. En resumidas cuentas: puede
que sólo sea cosa mía, o que el “boca-oreja” me hubiese puesto las expectativas
muy altas, pero “Devil at Bay” me ha convencido a medias. Sin duda, es un tono
en el personaje que Daredevil necesitaba, aunque sólo fuesen para “oxigenarle”…
pero esperemos que con tanto aire de la bahía no salga volando.
P.D.: eso sí, lo
de Daredevil en plan “rock star” asediado por las niñas en su identidad de
civil para hacerse un “selfie” es todo un puntazo “marca de la casa Waid”.
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