Información general:
publicado en 1990 por el sello Sire y distribuido por Warner Bros, “The Immaculate
Collection” es el primer grandes éxitos de Madonna, que incluía algunos de sus
temas más famosos de su (hasta entonces) corta discografía (su debut había
tenido lugarn en 1983, apenas siete años antes). En él, la “ambición rubia”
volvía a hacer gala de sus señas de identidad, mezclando sexualidad con
temática religiosa. El título del recopilatorio es un juego de palabras con “la
inmaculada concepción” y la artista se lo dedicó “al Papa” (posteriormente
aclaró que no se refería a Juan Pablo II sino a su hermano). De los 17 cortes
del disco, quince eran re-ediciones de algunos de sus sencillos (incluyendo sus
8 números uno hasta la fecha) y dos temas nuevos: “Rescue Me” y “Justify My
Love”. Los dos fueron lanzados como singles, y éste último, con letra de Lenny
Kravitz, fue muy polémico por su videoclip, calificado como “sexualmente
explícito”. “The Immaculate Collection” es uno de los discos más vendidos de la
historia, con más de treinta millones de copias, y la revista Rolling Stone lo
posicionó en el puesto 278 de su lista “Los 500 Nejores Discos de la Historia”.
Con posterioridad, Warner sacó al mercado una re-edición titulada “The Holiday
Collection” que incluía otros éxitos descartados en la anterior, como “True
Blue”.
Crítica: se
agradece que, a día de hoy, la Reina del Pop siga esforzándose en sacar
material nuevo (y no se limite a vivir de las rentas, como los Rolling), pero
no es muy osado decir que lo mejor de Madonna ya ha sido publicado. Es más,
puede que haya sido publicado… hace mucho tiempo, como atestigua este “grandes
éxitos” de 1990. ¿Qué es lo primero que se te viene a la mente cuando piensas
en Madonna? ¿”Like a Virgin”? ¿”La isla bonita”? ¿”Like a Prayer”? Todas están
incluidas en este álbum, junto con algunas otras (de mis preferidas: “Into the
Groove” y “Papa Don´t Preach”); canciones que no sólo son el legado de una
artista, sino también la banda sonora de toda una década, la de aquellos
maravillosos ochenta de calentadores, colores chillones, tintes oxigenados y
purpurina en las zapatillas de baile. Musicalmente, puede apreciarse la
evolución de Madonna, con esas baladas cantadas con esa vocecilla dulce que con
el paso de los años se ha perdido y ese gusto por los coros góspel y esos
sintetizadores pop que a veces recuerdan a la sintonía de los videojuegos de
las máquinas recreativas (otro recuerdo de aquella época que se ha perdido).
Puede que Madonna (la auténtica) esté refugiada entre las
pistas de este disco. Esa chica traviesa que apenas sabía lo que hacía cuando
se subió a un escenario en la entrega de los premios MTV vestida de novia y
provocó a la audiencia de todo el mundo enseñando la ropa interior. Puede que
fuera esto todo lo que ella quería decir. Luego, cuando ya no supo qué hacer…
fue cuando vinieron las “re-invenciones”. Que no lo critico, ojo. La singladura
de Madonna es el retrato de una superviviente en esta industria que devora a
los artistas como meros productos “fast food”. Pero la verdadera Madonna es la
de “The Immaculate Collection”. Y punto.
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