Año: 2001. Dirigida por:
Chris Columbus (“Solo en casa”). Basada en: la novela homónima de J.K. Rowling
publicada en 1997. Intérpretes: Daniel Radcliffe (“La mujer de negro”), Rupert
Grint (la serie de “Snatch”), Emma Watson (“La bella y la bestia”… vercrítica), John Cleese (“La vida de Brian”), Robbie Coltrane (“Goldeneye”),
Warwick Davis (“Willow”), Richard Harris (“Gladiator”), Ian Hart (“Descubriendo
Nunca Jamás”), John Hurt (“Hellboy”… ver crítica), Alan Rickman (“Die Hard:
Jungla de cristal”), Maggie Smith (“El exótico Hotel Marigold”). Presupuesto:
125 millones de dólares. Recaudación: 974 millones. Premios: fue nominada a los
Oscars por Mejor B.S.O., Mejor Diseño de Arte y Mejor Vestuario.
Franquicia: la
saga de siete libros publicados por Rowling han sido traducidos a 73 idiomas y
han vendido más de 500 millones de ejemplares, convirtiéndose en la serie de
libros más vendidos de todos los tiempos. De igual modo, la franquicia de ocho
capítulos producida por Warner Bros es una de las más taquilleras de la
historia. Paralelamente, a raíz del éxito, se han estrenado obras de teatro,
atracciones en parques temáticos, hoteles, cursos prácticos de magia, etc. En total,
se estima que el valor de toda la saga es de 25.000 millones de dólares. A ello
habría que sumar el estreno el pasado noviembre de “Animales Fantásticos y
dónde encontrarlos” (ver crítica),
primera entrega de una nueva pentalogía ubicada en el mismo universo pero que
transcurre antes de los hechos narrados en “Harry Potter”.
Sinopsis: Harry
Potter es un desafortunado huérfano que vive con sus tíos prácticamente como un
esclavo. Al cumplir once años, sin embargo, descubre su destino como
descendiente de poderosos magos, lo que le permite ingresar en la prestigiosa
escuela de Hogwarts para jóvenes magos, donde pronto conocerá a sus amigos, Ron
Weasley y Hermione Granger, además de Albus Dumbledore, el poderoso mago que
dirige el centro. Sin embargo, Harry también será conocedor entonces de la
realidad sobre la muerte de sus padres a manos de lord Voldemort, “aquel cuyo
nombre no debe ser mencionado”, un profanador de la magia negra que promete
regresar para vengarse de Harry.
Crítica: “¡Wingardium
Leviosa!”. Gnomos, trolls, dragones, unicornios, centauros, fantasmas…
Admitámoslo: puede que te guste más o menos… puede que te “tocase” cuando ya no
tenías edad para disfrutar de ella en las mismas condiciones que un niño que
aún cree de verdad en la magia… puede incluso que los caracteres de sus protagonistas
te parezcan un poco repelentes… Pero, con todo y con eso, la primera entrega de
“Harry Potter” era un abrumador despliegue de “magia”. De la buena. De la
cinematográfica. Incluso para quienes intenten restarle méritos argumentando que
no deja de ser un refrito criaturas y mitos ya existentes, la verdad es que hay
puntos realmente interesantes tanto en el libro como en la novela, como ese “Callejón
Diagon” o el “Andén 9 y Tres Cuartos”, cuya existencia permanece oculta para
los “muggles”. Incluso, vista hoy día, se nota la planificación de una historia
troncal a largo plazo, donde historias tan atractivas en el futuro como el
cruel destino del profesor Severus Snape o la relación de Hermione y Ron ya se
dejan entrever aquí… siempre y cuando seas un espectador avispado. En el
aspecto meramente técnico, si bien es David Yaes el realizador al que más se
asocia con la saga, por razones obvias, me parece que la labor de Columbus para
con esta está muy infravalorado. Su puesta en escena, que por momentos parece
buscar más los efectos visuales “reales” que los “digitales”, la cuidada
ambientación, lo bien que se le da eso de dirigir niños… Estableció un canon atmosférico
que junto a la brillante (una vez más) partitura de John Williams, sólo
necesitaba un poco de rodaje para establecerse como el “vademécum” de este tipo
de adaptaciones, fundiéndose con el relato original como si película y novela
no fuesen sino las dos caras de una misma moneda. Que ya hemos visto como otros
intentos por igualar lo conseguido aquí, caso de “La brújula dorada” (“The
Golden Compass”, Chris Weitz, 2007), resultaban ser no sólo un fiasco
artístico, sino también suponían la bancarrota para el estudio que las
auspiciaba. Y es que, si algo funciona… ¿para qué cambiarlo? O lo que es lo
mismo: sólo un “mago” puede hacer “magia”. Lo demás sólo son ilusiones.
Curiosidades: la
leyenda que forma parte de la escritura de la primera novela sobre el niño mago
ya forma parte de la historia de quien a día de hoy es una de las personalidades
más acaudaladas e influyentes de Reino Unido. Rowling, sin ninguna experiencia
en la escritura, empezó la redacción del libro en 1990, muy influenciada por la
repentina muerte de su madre y su trabajo como profesora de inglés en Oporto
(Portugal), donde se casó y tuvo a su primera hija. Sin embargo, el matrimonio
no tardó en irse a pique, y la escritora regresó a Londres; sin dinero, con un
bebé de pocos meses y afectada de una fuerte depresión. Durante los siguientes
tres años siguió trabajando en el manuscrito, que redactaba en la cafetería de
su cuñado y, en muchas ocasiones, en trozos de servilleta. Finalmente, aún tuvo
que pasar un año más intentando que alguna editorial accediese a publicarlo,
cosa de la que incluso llegó a dudar, pues recibió numerosas negativas antes de
conseguir su objetivo. El resto, como señalábamos… ya es historia.
Memorable: si
bien están excesivamente caricaturizados y representan un arquetipo bastante
manido al estilo de la “Cenicienta” y el pobre huerfanito que debe pasar sus
años mozos trabajando prácticamente como un esclavo para quien debería de
procurar su atención… me encantan los tíos y el primero de Harry. Las “putadas”
que deben soportar al principio de cada novela/película son ya todo un clásico.
Mejorable:
recuerdo perfectamente que lo que menos me gustó de la primera entrega de la
franquicia cuando la vi en el cine fue el excesivo protagonismo que tiene el
niño de la cicatriz en la frente. Su éxito no es paulatino, sino tan rápido
como el rayo que le desfigura: la gente le reconoce, es el mejor jugando a “quidditch”,
Gryffindor acaba ganando la “Copa de la casa” gracias a él… vamos, que su
status pasa de “marginado” a “puto amo” demasiado repentinamente.
Parafraseando:
como decía anteriormente, una de las claves para mí de la película es la de
descubrir tu lugar en el mundo y el entorno donde realmente te realizas como
individuo. Por eso, la línea de diálogo más significativa para mí ocurre al
final del metraje, durante la despedida en el andén, con Harry y Hermione como
protagonistas: “Se hace raro volver a casa, ¿a que sí?” “Yo no voy a casa. No lo creo”.
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