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domingo, 19 de febrero de 2017

Crítica de "El nacimiento de una nación" (2016)


Año: 2016. Dirigida, coescrita y coproducida por: Nate Parker (hasta la vista actor visto en cintas como “Red Tails”). Intérpretes: Nate Parker (“Non Stop: Sin escalas”), Armie Hammer (“El llanero solitario”), Mark Boone Junior (el Bobby “Elvis” Munson de la serie “Hijos de la Anarquía”), Aunjanue Ellis (Miranda Shaw en la serie de ABC “Quantico”), Penélope Ann Miller (“Atrapado por su pasado”), Jackie Earle Haley (conocido por ser el Rorschach de “Watchmen” o el Freddy Krueger del remke de 2010, “Pesadilla en Elm Street”). Presupuesto: 8 millones de dólares. Recaudación: 16,5 millones (hasta la fecha). Premios: entre otros, consiguió el Premio del Público y de Mejor Película en el último Festival de Sundance.

Curiosidades: de manera intencionada, el título de la película (“The birth of a nation”, en el original) es el mismo que el de la cinta de 1915 de DW Griffith, técnicamente muy superior a las de su época y que en muchos sentidos se considera como catedralicia del posterior cine clásico, pero también muy polémica por su apología del racismo, su historia que apoya sin ambigüedades la supremacía de la raza blanca y su forma de representar como héroes épicos a los miembros del Klu Klux Klan.

Sinopsis: en 1831, el joven Nat Turner, que trabaja como esclavo en una plantación de algodón de Southampton, encuentra una manera más útil de servir a su amo al erigirse como predicador en otras plantaciones vecinas, lo que ayuda a adoctrinar a los esclavos y calmar sus actos de rebeldía ante el temor de la condenación eterna. Sin embargo, y tras ver y sufrir todo tipo de abusos, el propio Nat iniciará una revuelta de dos días que levantará en armas a sus congéneres y acabará desembocando poco después en el estallido de la Guerra de Secesión.

Crítica: como podréis imaginar, dado mi condición de cinéfilo empedernido, sigo la actualidad de las taquillas internacionales y en especial de la estadounidense, que a fin de cuentas es la que más va a influir en la nuestra tarde, temprano, o a la par. Sin embargo, cuando se estrenó “El nacimiento de una nación” en USA (que en este caso, fue hace varios meses) constaté cómo los medios de aquí se preguntaban cómo era posible que el film pasase prácticamente sin pena ni gloria, después de haber arrasado en el Festival de Sundance, y haber batido el récord en acuerdo de distribución para una cinta independiente, que hasta la fecha poseía ·Pequeña Miss Sunshine”, con más de 17 millones de dólares que pagó FOX Searchlight, después de haber conseguido congraciar tanto a público como a crítica. Además, estaba aún reciente la polémica con el boicot a la pasada edición de los Oscar y etc, y se antojaba que el debut en la dirección de Nate Parker podía ser cabeza de lanza del nuevo cine afroamericano. Esa misma esperanza es lo que hizo que la distribuidora española demorase su llegada a nuestras pantallas hasta casi terminado febrero, con la esperanza de que el aluvión de nominaciones que presumiblemente le iban a caer ayudase a su comercialización en un país donde el conflicto racial (todavía) no es algo que nos toque de manera tan directa. Y, bueno… pues resulta que tampoco ha tenido ninguna nominación, y no sólo eso, sino que desde que la película se abrió al mercado mayoritario, las críticas de los medios especializados la han vapuleado hasta el extremo de resumirla como una especie de “Braveheart para negros”. Y es que, una vez más, nos encontramos en una de esas ocasiones donde ha pesado más en la conciencia del público lo que no tiene nada que ver con lo meramente cinematográfico. Me explico. Al margen de lo apuntado sobre el golazo por la escuadra que le metieron a la distribuidora (que ya de por sí es una losa, dado que hay cierto ánimo de revanchismo entre muchos críticos de demostrar que son más listos que nadie y burlarse del monarca al que se la han envainado con un supuesto traje invisible que sólo los tontos no pueden ver), a raíz del éxito de la cinta salió a la luz en la revista “Variety” un escándalo acontecido en 1999, cuando el director, Nate Parker, y un amigo (que, casualidades de la vida, es el coguionista del film), donde supuestamente habían violado a una compañera durante el tiempo que estuvieron en la universidad. Una cuestión ya de por sí grave, pero que en los EEUU lo es aún más debido a un aumento de las agresiones sexuales en los campues durante los últimos años que tiene bastante soliviantada a la conciencia pública. Pero es que, para colmo de males, el artículo finalizaba revelando que la supuesta víctima de la agresión (de la que Parker y su colega se fueron prácticamente de rositas) se había quitado la vida años después, no sabemos si marcada o no por aquel reprobable acto. En fin, todo un escándalo que mandó a la porra las aspiraciones de una película que, por otro lado, no tiene nada que ver con lo anteriormente expuesto. Y es que, efectivamente, “El nacimiento de una nación” no es la “gran esperanza blanca” (ups, me ha salido un chiste sin querer) que nos quisieron vender en Sundance, pero desde luego es un film notable que sobre todo denota una puesta en escena muy sugestiva, a la par que retrata una historia real de esas que siempre digo que merecen la pena ser filmadas. Es cierto también que cae en demasiados lugares comunes, y esto también es un lastre debido a que tenemos muy reciente aquella estupenda “12 años de esclavitud” de hace apenas un par de años, pero la lapidación pública al más puro estilo bíblico que ha sufrido la cinta en los últimos meses, me parece, cuanto menos, paradójico.

Resumiendo: si no hubiese triunfado en Sundance, si no hubiese existido la polémica sobre el pasado de sus guionistas, si no hubiese batido el récord de acuerdo de distribución… la misma gente que ningunea la propuesta que hoy nos toca estarían con las palmas rojas de tanto aplaudir. Pero, desgraciadamente, todo lo anterior no solamente existe, sino que es indisolubre de la propia película. Por ejemplo, muchos achacan el egocentrismo de su director, guionista, productor y principal protagonista, ejemplificándolo con las escenas del metraje donde la mujer de Nate en la ficción es violada por un grupo de hombres y el foco de la película se centra más en ver cómo afecta eso al personaje principal que a la propia mujer en sí. Y claro, con los hechos del pasado que ya he mencionado en el apartado anterior… En fin, que esto es lo que hay. Que otras muchas veces se giran las tornas y son los propios críticos los que nos quieren meter por donde sea un bodrio de épicas proporciones disfrazándolo de obra de arte sin parangón. Pues esta vez es un poco a la inversa. ¿O es que ahora resulta que el público y el jurado de Sundance estaban ciegos, sordos y alelados?

Memorable: aunque prefiero otras grabaciones del tema más acústicas y ásperas, donde una trompeta termina de desgarrar el alma que la boz de Billie Holiday empieza a socavar (y que quizás, empero, le hubiese venido mejor) , la utilización del “Strange Fruit” en un plano donde vemos una mariposa posada sobre uno de los cuerpos ahorcados en un árbol, son de esas imágenes poderosas que díficilmente se olvidan.


Mejorable: si bien tampoco son muy abusivos, el recurso de los sueños oníricos del protagonista, que además son bastante pobres e incluso un poco burdos por tanto en cuanto se juega con el simbolismo de retratarle como una especie de Jesucristo afroamericano, creo que ya está ampliamente superado en el cine de hoy en día. También, el epílogo narrado final, donde se nos dice que el cuerpo de Nat fue desollado y desmembrado, con su piel utilizada para hacer distintas reliquias y su grasa empleada en la fabricación de grasa para carretas. Es un poco gore, la verdad.

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