Información general:
reseña del décimo cuarto trabajo de estudio de Sergio Dalma, titulado “Vía
Dalma” y que consta de doce temas, todos ellos versiones al castellano de
clásicos italianos. Publicado en noviembre de 2010, fue elegido “Disco del Año”
y consiguió 6 discos de platino, suscitando una continuación, “Vía Dalma II”,
de idéntica concepción.
Crítica: hay dos
maneras de tomarse este disco. Una de ellas es como una loable jugada de
márketing: un álbum de los denominados de “primera escucha” (puesto que todas
sus canciones son conocidas por el gran público en su mayoría), lanzado en
plena campaña navideña y que, además, se adapta al registro del cantante como
anillo al dedo, transformado para la ocasión en nuestro particular crooner al
estilo de Sinatra o Bublé. La otra manera, claro, es decir que “Vía Dalma” fue
una tomadura de pelo; un ejercicio puramente mercantilista de uno de nuestros
“divos”, que debería de haberse arriesgado más en un mercado en crisis poco
dispuesto a apostar por “lo nuevo”; un capricho onanista y a caballo ganador,
emulando lo que tanto él como otros artistas foráneos han criticado: esa moda
de los “triunfitos” y demás programas del estilo, que se dedican a vivir de los
éxitos de los demás con sus particulares “karaokes”. Y, aunque me decanto por
esta última acepción, este trabajo me hace tanta gracia que sólo puedo
incluirlo como mi favorito dentro de la discografía del intérprete de “Bailar
pegados”. Ya sea por la absurda traducción de “Tú”: “Tú, por aquí, por allá, el
amor servido y tú, dime si te va… mi camastro y fuerte y tú… más liviana y
sutil que la gomaespuma” o la obsoleta temática de su tracklist: en “Por Elisa”
parece dedirigirse a un amigo que se ha convertido en un calzonazos por su
novia, mientras, “Caminaré” es una sonrojante apología de la procreación con el
único fin de dejar a tu pareja embarazada (“Yo te sembraré… tú germinarás”); y
en la conocida “El jardín prohibido”, un hombre infiel tiene la caradura de
confesarle a su pareja que le acaba de poner los cuernos con su mejor amiga,
esgrimiendo todos los tópicos posibles del promiscuo (“No lo volveré a hacer
más”), pero continuando con un discurso de lo más machista (“La vida es así, no
la he inventado yo… sólo me he portado como un ser humano”). Para mear y no echar
gota. Por no mencionar ese “Soy un italiano” que habrá hecho las delicias de su
público de allí, pero entonada aquí… ¿qué quieres que te diga? O te lo tomas a
risa, como un ejercicio canalla de alguien que puede permitirse el lujo de
hacer lo que quiera y encima resultar simpático… o no hay por donde cogerlo.
Más meritorio es el esfuerzo por intentar llegar en falsetto a algunas de las
notas originales (sobre todo en “De amor ya no se muere”), máxime teniendo en
cuenta que Dalma es, sobre todo, conocido por su registro de graves, pero el
conjunto en general llama al tirón de orejas por haberse limitado a una
traslación literal del material original. Riesgo cero que sin duda (y ahí están
las cifras de ventas para testificarlo) haría las delicias de sus fans, pero
aporta poco o nada a un mercado español que clama a gritos desde hace décadas
un cambio de rumbo. Seguimos en los cantantes melódicos tipo Raphael o los
grupos pop deudores de la movida de los 80. Que ojo, no es que critique ninguna
de estas propuestas, pero… ¿no hay nada más en el horizonte? Pero bueno… ¿qué
culpa tiene el bueno de Sergio de todo esto? Pues nada. En realidad, como decía
al principio, “Vía Dalma” le levantó de nuevo su carrera, que andaba algo de
capa caída, y le posicionó definitivamente como nuestro crooner patrio, toda
vez que Julio Iglesias anda medio jubilado y, de todas maneras, dejó de vivir
aquí hace ya mucho tiempo. Exquisita producción de Claudio Guidetti, habitual
de Umberto Tozzi, Eros Ramazzotti o Laura Pausini (y en Milán, como no podía
ser de otro modo) que, como señalaba anteriormente, “limpia” los tracks
originales pero sin salirse un ápice de las melodías grabadas en su día Que los
experimentos, dicen, para la Coca-Cola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario