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miércoles, 25 de enero de 2017

GH VIP 5: Caparrós debe quedarse... aunque no quieras


Hace unos días escribí un artículo diciendo que Alonso Caparrós era la mano que movía la cuna en “GH VIP 5”. Hoy, quiero cambiar esa frase, con vuestro permiso. Alonso, en todo caso, es la mano “a la que le gustaría” mover algo (la cuna o lo que sea, a estas alturas). Es patente que intenta enemistarse con alguien dentro de la casa, porque nunca hay un héroe si no existe un villano, y la frustración que le produce el hecho de que todos sus intentos hayan sido infructuosos le están dejando en el límite. A día de hoy, Alonso es un Daredevil de la vida que va dando palos de ciego allá por donde pasa, a la espera de que con algunos de esos palazos le caiga algo encima. Por todo ello, y no por apetencias personales, sabiendo además de que puede parecer contradictorio, pido que Caparrós se queda al menos una semana más en Guadalix. Es el único que, mal o bien, está intentando que en la casa pase “algo”. Bueno, para ser justos… Daniela también está intentando que pase algo dentro de la casa (en este caso, una “carpeta” con ella como una de las protagonistas), pero hablaremos de ese tema cuando la Blume esté nominada.
El principal problema que tiene la permanencia de Alonso dentro del reality es que de momento nadie le ha entrado al trapo en sus provocaciones. O nadie que él considere apto para erigirse como su némesis. Todo esto, claro, tras la salida de Toño Sanchís, que sí era, en esencia, el rival que el presentador esperaba encontrarse en esta edición. El dragón al que poder cortarle la cabeza, si lo preferís. El único fallo que tuvo ese fantástico plan de Caparrós (ideado, qué duda cabe, desde antes de entrar en la casa), es que se le olvidó que aquí el único que corta cabezas es el público (y siempre metafóricamente, faltaría más), con lo que las medallas de producirle un supuesto escarmiento al representante que tanto daño le ha hecho a la “princesa del pueblo” se la quisieron apuntar todos los que llamaron para ponerle de patitas en la calle. Sin necesidad de ningún Caparrós que les echase una mano.
Desde entonces, Alonso anda completamente perdido por la casa, y todas sus maquinaciones son tan forzadas y están tan completamente fuera de lugar que mucho me temo que la audiencia las va a entender más como un incordio que como algo realmente interesante de seguir viendo cada día a través de la televisión. Al menos, Caparrós podía tener algo de sentido del humor, con lo que le veríamos como una especie de “Gremlin” humano o “Jaimito” trasnochado; un tierno gruñón al que le gusta estar en contra de todo y de todos. Pero no es el caso. El discurso de Alonso es, de hecho, tan pensado y rebuscado que carece completamente de gracia, al margen de que muchas veces se ha extralimitado en sus valoraciones y ha pronunciado según qué términos que también pueden ser mal entendidos por el respetable.
Lo último, en su larga lista de “me cabreo porque sí”, ha sido decir que quiere que su departamento de abogados o representantes valoren si da su consentimiento para la comercialización del tema que compusieron Alejandro Abad y Tuto Durán. Una pantomima tan absurda que se cae por su propio peso por el simple hecho de que, como digo, la canción la han compuesto Alejandro y Tuto. Que Caparrós esté incluida en ella es meramente circunstancial. “Pasaba por allí”, que diría Aute. Y el propio Alejandro se lo dejó bien claro: “El que no esté de acuerdo… se le quita su voz y listo”. Fin de la discusión. No hay más preguntas, señoría.
Pero ese no es, por supuesto, el único palo de ciego que ha dado Alonso en apenas tres semanas de permanencia en la casa. ¡Ojalá! Lo tendría mucho más fácil para pedir su salvación. Su retahíla de despropósitos comenzó con la Lamborgini, a la que puso de vuelta y media (además de nominarla)… porque la ve como una hija. ¡Tócate los pies! Luego siguió con Irma Soriano, a la que afeó una expresión mientras estaban discutiendo por la costumbre de ella de ser una “bienqueda”. La Soriano es, de hecho, la única que ha ido de cabeza contra él a partir de ese momento, pero creo que Caparrós la descartó por el hecho de ser mujer y porque, además, tiene mucha facilidad para llorar. Tanta… que a veces llora y ni siquiera se acuerda del por qué. Ir a saco a por Irma, según Alonso, le podría echar a los telespectadores encima, entendiendo que pueden haber muchos que se sientan identificados con ella o que piensen que está abusando de un enemigo en desventaja, por el hecho de ser mujer. De lo que no es consciente Caparrós es de que la paciencia del público se agota, y la sociedad actual ya no es tan mojigata como hace un tiempo. El año pasado Lozano iba sin cuartel a por Rosa, Raquel, Laura… y todo el que se le ponía por delante, independientemente de su condición, edad, raza o sexo, y a todos nos encantaba.
Lo mismo pasó con Emma Ozores, a la que quiso convertir en una “espía rusa” (como ella misma ha dicho) y luego rectificó echándose a llorar como un niño, al darse cuenta de que enemistarse con la Ozores es como hacerlo con un conejito de peluche. Es otro de los hándicaps negativos de Caparrós: que parece que tiene todos sus pasos muy medidos y estudiados pero luego recula con demasiada facilidad. Lo mismo con Marco Ferri y la “chapa” de vergüenza ajena que le dio a Sergio en contra de él. Bueno, no de él… sino de todos los italianos. Dejando a un lado la cantidad de estupideces que encerraba el discurso, lo que más me sorprendió del asunto es que Alonso intentase a poner al concejal en contra de quien, a día de hoy, es su mejor amigo en la casa. ¿Qué esperaba ganar con eso? ¿Realmente creía que iba a influir en la relación entre estos dos pimpollos? El “doctore amore” es otro que, no sabemos si de fachado o no, parece no tener mucha maldad, así que el dardo de Alonso en su buca de dar con un rival digno cayó en el agua. Y van…
Lo mismo podríamos decir de su pataleta cuando Tuto salvó a Alejandro diciendo que era “injusto”, ya que ambos estaban en ventaja de salvarse el uno al otro por el hecho de ser amigos. Eh… am… sí, Alonso. Es la misma ventaja que tiene el resto de la casa para nominar, precisamente, a Alejandro y Tuto de manera sistemática por el simple hecho de que les conviene estar en “pandillita” e ir a por los más débiles (numéricamente cuanto menos). De nuevo, este gesto no es bien entendido por la audiencia y parece una meada fuera del tiesto. Lo peor de todo esto es que Alonso todavía no ha intentado nada en contra de Daniela o Aless Gibaja, que son quienes realmente podrían postularse como sus enemigos acérrimos, máxime cuando ya hacen burlas y chanzas de él a sus espaldas.

Pero, a pesar de todo lo dicho, pido… qué coño… “exigo”, que Alonso se queda en Guadalix. Como he señalado en este artículo, y aunque todo le esté saliendo mal, Alonso es el único que está intentado remover el clima de hastío que reina en esta edición del VIP. Prefiero mil veces verle metiendo la pata una vez más que contemplar, por ejemplo, a Ivonne desayunando (que son los únicos planos de ella que tenemos dentro de la casa) o a Sergio paseando de fondo en algún vídeo (que ídem de ídem). Ya cometimos el error de expulsar a Toño la semana pasada. No volvamos a hacerlo. Telecinco amenaza con meter a Aída Nízar para animar el cotarro. ¿No es eso ya suficiente motivo como para mantenerle dentro?

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