Información general: reseña de “Yeezus”, sexto álbum de
estudio del rapero Kanye West, publicado por Roc A Fella y Def Jam en 2013. A
pesar de que en un principio se ideó para que no tuviese ningún tipo de
promoción, finalmente se realizaron dos videoclips de los temas “Black
Skinhead” y “Bounce 2”. Debutó como número 1 en la lista de Billboard, pero
pronto la falta de publicidad hcieron mella en él, aunque los críticos lo
señalan como uno de los mejores LPs del año.
Crítica: ¿Hasta qué punto un genio loco puede ser víctima de
sí mismo? Con cuatro años de diferencia con respecto a su anterior trabajo (con
el impresionante “Watch the Throne” junto a su socio Jay Z de por medio), Kanye
West no sólo estaba obligado a re-inventarse a sí mismo (algo que, en mayor o
menor medida, todos los artistas suelen hacer en cada nuevo proyecto) sino que
a estas alturas lleva sobre sus hombros el peso de tener que re-inventar todo
el panorama musical global. Después de su inicial “trilogía escolar”, el rapero
de Chicago ha experimentado otras vías de expresión, dejando documentos sonoros
que, al margen de su impacto inmediato, de seguro servirán de inspiración y
referencia para las generaciones futuras. Casi nada. Pero la línea que separa
al “mito” del “genio incomprendido” es muy fina y, tristemente, se mide por su
número de ventas, que es un baremo como otro cualquiera de su nivel de calado
entre el público. Seguramente haya en el mundo muchos músicos mejores que Kanye
West, pero si nadie les escucha… ¿de qué sirven? Por eso, muchos califican a
“Yeezus” de obra maestra… pero también de suicidio profesional. El álbum se
lanzó sin ningún tipo de arte (portada, fotos, diseño) ni singles ni ningún
tipo de promoción. Una jugada que, por otra parte, podría no ser más que un
truco publicitario de 180 grados (es decir: que la campaña de promoción
consista, precisamente, en carecer de ella), pero como todos los genios que se
precien de serlo, West no se contenta con ello. El disco es abrasivo,
intencionadamente molesto, ruidoso, desapegado, repleto de alaridos, jadeos y
graznidos “AutoTuneados”, con melodías de ultra-tumba que te crean una
atmósfera incómoda de escuchar. “Soy un dios” y “Estoy fuera de control” son
frases que el rapero ha pronunciado en otras ocasiones, pero aquí parecen más
certeras que nunca, en una deconstrucción de melodías que mezclan la
electrónica con el rock industrial de los noventa. Valga decir como impresión
principal tras escuchar el ´álbum es que sus escasos 40 minutos de duración se
te hacen pesados de escuchar de una sola tacada, mejorando en sucesivos
“replays” que te ayudan a desgranar la complejidad de los temas. Si en otras
ocasiones hemos dicho que la música de West parece dividida entre su parte
oscura y su parte brillante, sin duda en “Yeezus” es donde esa dicotomía se
hace más notable. Y, aunque el lado malo o infernal parece ganar la batalla
(esa batería que marca el imperial ritmo de “Black Skinhead”), las imprevistas
notas discordantes de soul celestial que salpican algunos tracks (épicos riffs
de guitarra incluidos) van ganando poco a poco la particular batalla entre el
bien y el mal dentro de la genialidad del músico, desembocando en la magistral
“Bounce 2”, que nos devuelve al (para mí gusto) mejor West pero que,
paradójicamente, parece una canción fuera del estilo del resto de canciones,
como si su inclusión se debiera a una concesión (¡oh, verbigracia!) más a lo comercial
que a otra cosa. Y es que, para finalizar, tenemos que aclarar que Kanye West
puede que esté loco… pero no es gilipollas. Como gurú mediático que es (y ahora
mucho más después de haberse casado con Kim Kardashian) puede permitirse el
lujo de hacer un álbum experimental y tan a contra-corriente como “Yeezus”, al
igual que otros genios antes que él se permitieron este tipo de excentricidades
(hablando de lo cual, hay ciertos ecos del “Invencible” de Michael Jackson),
pero quizás no pueda volver a permitírselo. Y lo sabe. Porque el sonido de
“Yeezus” parece que no es de este mundo, tal y como West nos tiene
acostumbrados. Pero no es un mundo al que necesariamente te gustaría regresar.
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