Año: 2017. Director:
Chris Wedge (“Ice Age”).Intérpretes: Lucas Till (el nuevo “MacGyver”), Jane
Levy (“No respires”), Amy Ryan (“Adiós, pequeña, adiós”), Rob Lowe (la serie “The
Grinder”), Danny Glover (el original Roger Murtaugh de “Arma Letal”), Barry
Pepper (“Salvar al soldado Ryan”). Presupuesto: 125 millones de dólares.
Recaudación: 52 millones.
Sinopsis: cuando
la malévola empresa petrolífera Terramex realiza unas prospecciones en busca de
una nueva bolsa de petróleo, atraviesa un ecosistema oculto desde hace miles de
años donde viven unas misteriosas criaturas con tentáculos. Una de ellas,
consigue escapar del acoso de los matones de la petrolera y va a parar a un
desguace donde conoce a Tripp, un adolescente que sólo desea tener un vehículo
de cuatro ruedas para huir de la monotonía de una vida poco estimulante. Cuando
Tripp descubre un modo de hacer que el misterioso ser actúe como motor de su
vieja camioneta… ambos encontrarán la forma de cumplir sus respectivas metas.
Crítica: “Me
estoy dejando el pelo como tú. Espero que no piensen que somos hermanos”. Tengo
la impresión de que cada tanto tiempo, algún gran estudio de Hollywood nos
quiere gastar una broma. Le sobran unos cuantos cientos de millones (de
dólares, que duele más), y en una de estas orgías que se montan los ejecutivos
de tanto en tanto, en plan “El lobo de Wall Street”, llega un momento en que
dicen: “Eh, ¿a que no hay huevos de hacer…?”. Y ya sabéis lo que viene después.
En este curioso subgénero se encuentra la cinta que hoy nos ocupa, que se ha
convertido en el primer gran batacazo de 2017 (tranquilos, que no será el
único). Y creo que el principal motivo para que esto haya sido así es
sencillamente su punto de partida. “Monstruos” y “camiones” pueden ser dos
conceptos que, por separado, suenen bien. E incluso puede que juntos, en caso
de que estés en ese plan de “barcos y putas” del que os hablaba más arriba. Y venga
va… me voy a tirar el rollo: puede que alguien pudiese haber hecho una buena
película de eso. ¿Por qué no? Por ahí van los “Transformers”, a punto de
estrenar su quinta entrega, y que tiene varios puntos en común con esta cinta. Pero
claro… en los pequeños detalles es donde se encuentra la magia, dicen. La primera
gran diferencia con la saga de los robots es la concepción de su protagonista. Vamos
a dejar a un lado que, desde el primer momento que aparece en pantalla, no te
crees que Lucas Till esté subido en un autobús escolar camino del instituto. Ni
por edad, ni por “echuras”, ni por físico. No le pega, directamente. Pero insisto:
obviémoslo. Lo que hacía Shia LaBeouf en la primera entrega de los juguetes de
Hasbro era convertirse en un típico “nerd” en el que cualquiera podría sentirse
reflejado. Era un chico que quería tener un coche para intentar cepillarse a la
animadora cañón de su clase. También era bastante patético, pero es lo que le
hacía entrañable. Y aquella escena con Bumblebee, donde su radio no hacía más
que sintonizar canciones de amor para intentar camelar a la Foxx… era
sencillamente brillante. Creaba un vínculo instantáneo entre ambos. Entre el
chico y el coche, quiero decir. Por el contrario, Till es aquí el “atormentado”
de la clase. No es un “nerd”. Es bastante chulito, de hecho. En el par de
secuencias donde se encuentra con un niño pijo que le reta con su auto, parece
que esté a punto de partirle la cara, en lugar de maldecir su suerte. Y cuando
aparece la chica de la peli (porque siempre hay una chica, amigos), su actitud
para con ella es bastante distante e incluso machista. Queda bastante claro que
no le interesa en absoluto. De hecho, en bastantes momentos del film opté por
pensar que el rol del prota era homosexual (algo que, por cierto, no sólo no
habría tenido nada de malo, sino que le hubiese dado otro rollo a la cosa)..
pero bueno… dejemos eso. Pasemos ahora a la criatura. Al “monstruo” que se hace
amigo del chico. Su diseño es viscosamente horrible. Y no ya sólo eso, sino que…
no “mola”. No me imagino que un niño salga del cine pidiéndole a su padre uno
de esos para Navidad. Desde luego, no es un robot gigante que maneja una
escopeta de proyectiles. Y por último, está el factor de “aventura… a gran
escala”. Los amoríos juveniles de LaBeouf, en la película de Michael Bay,
pronto daban paso a un problema de escala global. sí, era un tanto absurdo que
un chaval de instituto y su “folla-amiba” acabasen metidos ahí, pero le daba
otra dimensión a la película que, desde luego, “Monster Truck” no tiene. En realidad,
me animo un poco a defender esta cinta porque creo que quisieron hacer un
homenaje ochentero que no les salió del todo bien. No tanto del estilo Amblin,
sino un poquito más chusco. Bien mirada, esta cinta no deja de ser un “reboot”
de “Liberad a Willy” pero sobre ruedas y sin canción de Michael Jackson en la
banda sonora. El propio cartel de la película ya nos indica hacia dónde apuntan
los referentes cinéfilos. Pero lo de poner como malo a un magnate del petróleo
sin escrúpulos… ufff… no sólo está pasado de moda, sino que resulta absurdo a
día de hoy. Menos mal que ahí está Rob Lowe para seguir riéndose de sí mismo
(este tío va a hacer eso mismo desde aquí hasta el final de su carrera, ya lo
veréis). Y quizás ese sentido de la estupidez, de lo ridículo que es todo, es
lo que falta en el resto de la película. Tampoco es que se tome nunca en serio
a sí misma, pero no sé… No termina de convencer. Y cuando la apuesta que te
estás jugando es de unos pocos millones, quizás te lo puedas permitir. Pero cuando
la broma ha costado la friolera de 125 millones… La cosa cambia. Eso sí:
tuvieron huevos de hacerla. Les queda ese consuelo.
Resumiendo: sé
que la gracia del proyecto era ver a estos vehículos tuneados haciendo lo que
se supone que hacen en este tipo de espectáculos “made in yanqui”; uséase:
destruir todo lo que pillan al paso. Y buscarles una… um… iba a decir “lógica”,
pero definitivamente no es la palabra que mejor se emplearía aquí. A lo que voy
es que no llego a entender el por qué no se hizo esto mismo pero en dibujos
animados, habida cuenta del pasado de su director. Recalco que “Monster Trucks”
no es tan mala como parece. Y sé que lo parece mucho. Es un tanto “naif”, eso
sí. Una película “familiar” que ha entendido mal dicho concepto. Una especie de
“Lilo y Stich” pero sin ser de Disney, vamos. En definitiva: una película para
pasar el rato. Que ese rato sea bueno o malo, dependerá de tu paciencia.
Memorable: me
sorprende bastante lo abultado del presupuesto. Lo digo porque esperaba mucho
más a nivel de acción espectacular, en una película de estas características. No
es que adolezca de dichas escenas o que estén mal, pero me supieron a poco. Con
todo, siempre mola ver a una camioneta escalando una pared como si fuese
Spider-Man o saltando de un edificio a otro rollo “parkour”.
Mejorable:
¿alguien me puede explicar por qué, al final de la peli, los protas no mueren o
quedan tetrapléjicos o algo similar con tanto traqueteo por la montaña?
Tranquilos, ya sé que la suspensión de la credibilidad será un concepto difuso
cuando lleguéis a esa parte.
Parafraseando:
como es de lógica, la chica es la única que tiene sentido común dentro de un
argumento tan rocambolesco como éste: “¿No
te parece que suena raro?” “No sé. ¿Cómo debería sonar un monstruo que vive
debajo del capó de tu furgoneta?”
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