Año: 2016. Director:
Morten Tyldum (nominado al Oscar por “Descifrando enigmas”). Guión: Jon Spaihts
(co-autor también del libreto de “Doctor Strange”). Intérpretes: Chris Pratt
(Peter Quill en “Guardianes de la galaxia”… ver crítica), Jennifer Lawrence
(ganadora del Oscar por “El lado bueno de las cosas”), Michael Sheen (la serie “Master
of sex”), Laurence Fishburne (Morfeo en la trilogía de “Matrix”), Andy García
(nominado al Oscar por “El padrino III”). Presupuesto: 110 millones de dólares.
Recaudación: 293 millones. Premios: ha sido nominada a 2 premios Oscar,
correspondientes a Mejor Diseño de Producción y Mejor Banda Sonora Original
para Thomas Newman.
Sinopsis: Jim
Preston es uno de los cinco mil tripulantes de la nave estelar “Avalón”, cuyo
destino es un planeta colonizable al que han bautizado como “Homestead II”. El
problema de Jim es que su cápsula de hibernación se ha roto y le ha despertado
90 años antes de lo que debería, con lo que es el único hombre vivo de la
inmensa embarcación y su sino, toda vez que no puede volver a quedar en
animación suspendida ni contactar con nadie, es morir allí completamente solo. Sin
embargo, un año después de pasearse arriba y abajo del “Avalón”, se le ocurre
la feliz idea de “despertar” a Aurora Lane, otra tripulante de la nave de la
que se ha ido enamorando platónicamente. Así lo hace, pero Jim decide no
contarle que ha sido él el responsable, haciéndolo pasar como un fallo mecánico
similar al suyo. De esta manera, tienen todo el tiempo del mundo para
enamorarse.
Crítica: ¿A quién
te llevarías a una isla desierta? O mejor dicho: si pudieses estar el resto de
tu vida a solas con Jennifer Lawrence… ¿lo harías? Ya me imagino la respuesta. “Passengers”
es una bonita peliculita al uso, una superproducción de Hollywood confeccionada
para agradar a un público mayoritario, que quizás lastrada por su enorme
presupuesto se queda a años luz de lo que podría haber sido, sin dejar de ser
por ello un entretenimiento ligero y disfrutable en varios momentos. Sin embargo,
los amantes de la ciencia-ficción más pura deberán abstenerse de su visionado
en caso de no estar acompañados por su respectiva pareja, pues más allá de su
ambientación, la que nos ocupa es una comedia romántica del estilo de, por
ejemplo, “Y de repente tú” (“Trainwreck”, Judd Apatow, 2015), pero con un
envoltorio que jamás en la vida hubiese tenido de no ser por la presencia
estelar de Chris Pratt y, sobre todo, Jennifer Lawrence. Eso sí, la chica no es
tonta y pidió 20 millones de dólares y un 30% del beneficio de taquilla,
consciente de que no sólo iba a ser el principal reclamo para quienes comprasen
una entrada de cine, sino que luego una vez empezase el metraje, iba a tener
que poner toda la carne en el asador (y lo digo en más de un sentido, habida
cuenta de que uno de los supuestos valores añadidos con los que se ha vendido
el film es por contar con la primera escena de sexo en la filmografía de la
muchacha). Para reforzar lo anteriormente expuesto, sólo añadiré que el t´ítulo
provisional del proyecto fue durante muchos meses “Love in space”. Creo que eso
lo dice todo. Ahora bien, como reseñaba también al principio de la crítica,
esto no quiere decir que nos encontremos ante un producto infumable. Simplemente,
hay un malentendido muy grande en torno a su concepción o a la hora de
vendértelo, prometiéndote una cosa que no es. Paradójicamente, además, los
primeros minutos de metraje, donde Lawrence hace mutis por el foro, son de lo
más entretenido de la película, con un Pratt en estado de gracia que nos remite
al protagonista de la excelente sitcom “The last mano n earth”, cuyo visionado
os animo a devorar desde aquí. Más o menos hasta la mitad de la película, “Passengers”
es de hecho notable y rozando el sobresaliente, planteándote un problema de
inicio mucho más grande de lo que a priori puede asumir el protagonista, y más
tarde enfrentándote a un dilema moral de connotaciones bastante más profundas
de lo que podría parecer en un principio. Todo ello, además, salpicado con una
puesta en escena que para sí hubiese querido el Kubrick de “2001: Odisea en el
espacio”, y algunas ideas que sí están directamente extraídas de los mejores
referentes de la sci-fi como el hecho de que la humanidad se aventure a la
conquista del espacio, las implicaciones personales de quienes deciden asumir
el reto de viajar a varios miles de
millones de años luz con la consiguiente pérdida de todo su entorno familiar,
el hecho de que existan distintas clases sociales dentro de los tripulantes
ateniéndose a su posicionamiento social o adquisitivo, etc. Después, como digo,
la obligación de atenerse a una historia más convencional que permita hacer
rentable la inversión acaban por difuminarlo todo y hacer de la película un
vehículo muy previsible, habida cuenta de que lo único que pueden hacer los
protagonistas es enamorarse y ser felices con lo que les toca. ¡A ver si la Lawrence
hubiese estado tan contenta si el que la hubiese despertado hubiese sido, por
ejemplo, Jonah Hill!
Resumiendo: no
nos calentemos la cabeza. “Passengers” es lo que es. Y punto. Por muchos
factores, era imposible que fuese mejor de lo que es. De igual modo que nunca
veremos una película de James Bond dirigida por Quentin Tarantino, aunque éste fantasease en algunas entrevistas
con dicha posibilidad. Y, en el caso de que le dejasen hacerla, el resultado
final sería tan convencional como cabría esperarse, por mucho Tarantino que
sea. Tu nivel de auto-determinación para jugar con los millones de los
ejecutivos de los grandes estudios es directamente proporcional al número de
ceros que aparezcan en el presupuesto. Los experimentos, como se suele decir,
mejor con gaseosa. O, en lo que atañe a Hollywood, con el cine independiente.
Pregúntale a tu chica si le hubiese gustado que al final de la peli los dos
protagonistas no acaben juntos, en una especie de jacuzzi gigante y con una
panorámica de cielo estrellado que ríete tú de las lágrimas de San Lorenzo. Pues
eso.
Memorable: el
papel de Michael Sheen, que también remite a otros films del mencionado
Kubrick. ¿No recuerda ese bar anacrónico al de “El resplandor”? Al margen de
ello, hay que decir que los más de cien millones el presupuesto están bien
invertidos. Los adorables rototitos aspiradora que semejan ser una especie de
ratas o perritos que se comen todo lo que vas tirando son prueba de ello. También
la espectacular escena de la piscina en gravedad cero.
Mejorable: lo de
la inclusión en el elenco de Andy García es para mear y no echar gota. ¡Tiene
un puto plano en todo el metraje! Su aportación sólo puede justificarse por los
motivos siguientes. Uno: pasaba por allí el día de rodaje y al director le hizo
gracia que hiciese un cameo. Dos: ha habido varios tijeretazos en la sala de
montaje que afectan a su rol en la historia. Tres: los rumores que circulan por
internet sobre una posible “Passengers 2” son ciertos (secuela, por otro lado,
a todas luces incongruente).
Parafraseando:
Pratt y Lawrence mantienen un roneo más o menos inocente hasta que pasada una
semana, el chico se arma de valor y le pide una cita (que manda cojones. ¿Acaso
crees que te va a decir que no? Tío, eres el único hombre vivo del universo,
prácticamente): “Has tardado en pedírmelo” “Es que quería darte tu espacio” “Agh… “espacio”…
eso es precisamente lo que sobra aquí”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario