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miércoles, 1 de febrero de 2017

Crítica de "SLEEPERS" (1996)


Año: 1996. Escrita, producida y dirigida por: Barry Levinson (“Rain Man”). Basada en: la novela homónima de Lorenzo Carcaterra. Música: John Williams. Intérpretes: Jason Patric (“Speed 2”), Brad Pitt (“Seven”), Billy Cudrup (“Casi famosos”), Robert De Niro (“Toro salvaje”), Dustin Hoffman (“El graduado”), Kevin Bacon (“El ultimo escalón”), Minnie Driver (“El indomable Will Hunting”), Brad Renfro (“El cliente”), Vittorio Gassman (“La escapada”), Jeffrey Donovan (“J. Edgar”). Presupuesto: 44 millones de dólares. Recaudación: 165 millones.

Sinopsis: cuatro adolescentes del neoyorquino barrio de Hell´s Kitchen son llevados a un correccional en la década de 1960 tras cometer una travesura que termina fatalmente. Allí, sufrirán maltratos tanto física como mental y sexualmente. Años después, dos de los chicos, convertidos en matones de la mafia, encontrarán al cabecilla de los guardias que abusaron de ellos siendo niños, y le asesinarán a sangre fría en un restaurante. A priori, tras ser detenidos, se les presenta un juicio rápido que dará con sus huesos en la cárcel o en la silla eléctrica. Pero sus otros dos amigos verán la oportunidad perfecta para vengarse por lo sucedido en el pasado.

Crítica: hay ocasiones en las que, simplemente, los elementos artísticos y técnicos de una película confluyen para dar un resultado brillante. No sé si definirla como una “película generacional”, pero para mí desde luego lo es, quizás porque cuando la vi por primera vez tenía más o menos la edad de los protagonistas en las secuencias ambientadas en los sesenta, y sobre todo lo narrado en dicha parte del metraje me sobrecogió de manera directa. Desde entonces, la he visto media docena de veces, y siempre me deja ese regusto agridulce en mi paladar cinéfilo: “agrio” por lo crudo de lo que cuenta pero “dulce” por haber asistido a una exhibición de cine en mayúsculas. Sorprendentemente, a día de hoy (veinte años después de su estreno, amigos) está bastante olvidada e incluso ninguneada, con una serie de críticas que he ojeado por la red bastante negativas y que subrayan comúnmente los siguientes defectos: la sosa interpretación de Jason Patric, la narrativa lenta y la inconveniencia de un (para algunos) “happy ending”, a tenor de lo que acontece en la historia. También señalan la discutible veracidad de los hechos que supuestamente retrata, algo que ni siquiera me planteo cuestionar porque no creo que tenga incidencia en su meritoria artística, igual que no me cuestiono si el futuro será algún día el que hemos visto en la saga de “Terminator”. Muchas veces, cuando te dedicas a esto de reseñar una propuesta de entretenimiento, llegas a la conclusión de que el veredicto sólo debería contestar a si el objeto de la crítica cumple su cometido de despertar tu atención o fracasa estrepitosamente. No creo que haya nadie, en el caso de “Sleepers”, que sienta desapego a lo que está sucediendo en pantalla. Cuanto menos, quieres saber cómo acaba todo. La dirección sobria de Levinson consigue sin estridencias que todas las escenas en el reformatorio sean escalofriantes (en especial, esos “travelling outs” adentrándonos en el lóbrego sótano), con esa paleta monocromática en la fotografía, tan azul como la gélida mirada de un Kevin Bacon que está, sencillamente, en el mejor papel de su carrera; un villano de sonrisa torcida al que deseas, literalmente, la muerte. Y cuando esta se produce, te hace saltar de la silla y aplaudir de un modo tal que sólo recuerdo con el Michael Madsen de “Reservoir Dogs” (Quentin Tarantino, 1992). Si a eso le sumas la excelente dirección de actores (con un Hoffman patéticamente perfecto, un Gassman que seduce a la cámara y un De Niro que aún no había tirado la toalla), y el retrato de la Cocina del Infierno, similar al reflejado precisamente por “el padre Bobby” en “Una historia del Bronx” (“A Brox Tale”, 1993), creo que poco más se puede decir. Salvo, por supuesto… que pasen, vean… y juzguen por ustedes mismos.

Memorable: la banda sonora de John Williams (nominado por su desempeño para los Oscar), acompañada a su vez por una selección de temas musicales de la década de los 60 que te sitúan en el contexto de manera automática.

Mejorable: nunca he entendido la inquina contra Jason Patric. Vale, sí… el tipo no va a pasar a la historia en esto del séptimo arte. Pero, si tan sólo esto no es ya suficiente castigo… os recuerdo que salió con Julia Roberts. “Quitándosela”, además, a uno de sus mejores amigos, Kiefer Sutherland. Hay que entenderle.


Parafraseando: aunque no es antológico el duelo interpretativo que podría haber sido tener a De Niro y Hoffman juntos en escena, lo de Gassman y Dustin en plan ·roba-escenas” es de traca: “¿Qué quiere que haga?” “Escuche: le van a dar las preguntas. Y las respuestas. Lo único que tiene que hacer es leer. Sabe leer, ¿verdad?” “A veces” “Procure no cambiarlo. No beba. Y sobre todo no pierda” “¿Y qué pasa si pierdo?” “Que irá directo a una larga siesta”

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