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lunes, 20 de marzo de 2017

Crítica de "EL HOBBIT: La desolación de Smaug"


Año: 2023 Dirección: Peter Jackson (“Braindead”). Intérpretes: Ian McKellen (Magneto en “X-Men”), Martin Freeman (el doctor Watson en la serie británica “Sherlock”), Cate Blanchett (“El aviador”), Orlando Bloom (“Piratas del Caribe”), Ian Holm, Christopher Lee (el conde Duku en la segunda trilogía de “Star Wars”), Hugo Weaving (“Matrix”), Elijah Wood (“Sin City”), Andy Serkis (César en “El orígen del planeta de los simios”), Richard Armitage (“En el ojo de la tormenta”), Luke Evans (“La Bella y la Bestia”), Evangeline Lilly (“Ant-Man”… ver crítica), Stephen Fry (“V de Vendetta”).  Presupuesto: 191 millones de dólares. Recaudación: 958 millones. Curiosidades: a pesar de (casi) llegar a los mil millones, fue la cuarta en su año de estreno a tenor de la taquilla mundial, por detrás de “Frozen”, “Iron Man 3” y “Gru, mi villano favorito 2”.


Franquicia: es la segunda película de la trilogía “El Hobbit”, por detrás de “Un viaje inesperado” (ver crítica), estrenada el año anterior, y antecesora de “La batalla de los cinco ejércitos” estrenada en 2014. Además, todas ellas son precuelas de la adaptación previa de “El señor de los anillos”. Como curiosidad, reseñar  que en un principio Jackson iba a jercer únicamente como productor ejecutivo de esta segunda trilogía, dejando las labores de dirección a Guillermo del Toro.


Sinopsis: si quieren cumplir a tiempo su misión, la compañía de enanos y el hobbit deberán darse prisa para llegar a su destino. El único modo de conseguirlo será atravesar el peligroso Bosque Negro, habitado por monstruosas arañas y los elfos oscuros, los mismos que años atrás negaron la ayuda al pueblo de los enanos durante su guerra contra Smaug. Finalmente, la compañía deberá atravesar la Ciudad del Lago, habitada por hombres que antaño conocieron lo que era el esplendor y ahora sobreviven a duras penas contaminados por la corrupción. Todo ellos, mientras Gandalf se separa del grupo tratando de resolver el enigma del poder oscuro que se ha despertado y que amenaza con consumir a toda la Tierra Media.


Crítica: “¿Eso es un terremoto?” “Eso, muchacho… es un dragón”. Cuando empezó a hablarse de la adaptación de “El Hobbit” surgió el rumor de que a Orlando Bloom iban a pagarle 15 millones de dólares por hacer un cameo de apenas un cuarto de hora en el film. Vamos, salía a millón por minuto. Pero ya digo: sólo es un rumor. Y si es cierto, espero que finalmente no sea ese su verdadero caché, porque el rol del elfo Legolás en esta segunda entrega es casi protagónico. Y ésta es una de las quejas más repetidas por los fans del legado de Tolkien, ya que las licencias que se premite Peter Jackson en este caso son bastante discutibles. De hecho, el empeño del realizador por unir las dos trilogías, si bien por un lado es de elogio, por el otro carecen de sentido y caen a veces en contradicciones, algo que es muy frecuente cuando empieza a jugarse con la “retro-continuidad”.”Padre, ¿por qué están saliendo enanos del retrete?” “¿Nos traerán suerte?”. Sin embargo, y una vez más, caeríamos en un error si no tratásemos a “La desolación de Smaug” como se merece, porque hace mucho tiempo que la experiencia que supone ir al cine (tal y como antes se entendía: como una aventura que dejara huella en tu córtex cerebral, en lugar del aburrido mecanismo rutinario que nos trajeron las multi-salas no se vivía con tanta intensidad como en esta película. Porque las casi tres horas de metraje nos ofrecen AVENTURA con mayúsculas y la ocasión única de ver una lucha contra un dragón de una manera como jamás se había narrado hasta el día de hoy. Olvidaros de los libros de fantasía heroica y los juegos de rol online. Esto es cine en estado puro. Y de seguro que, por las caras de asombro y los cuerpos sobrecogidos en sus butacas que pude observar durante la proyección de la película, el espectador debía de sentirse igual de atraído y aterrorizado como aquellos que veían a unos trabajadores saliendo de una fábrica en el demoníaco invento de los hermanos Lumiere. Todo lo demás… sólo son pajas mentales de nuestra parte friki, que nunca estará contenta por muy bien que nos traten. ¿Quién nos iba a decir que algún día podríamos ver en pantalla grande aquello que sólo podíamos contemplar en nuestra imaginación?


Resumiendo: ¡Bienvenidos al mayor espectáculo del mundo! Se que el factor sorpresa se ha perdido con respecto a “ESDLA”, que la magia un poco también, que Jackson se toma más licencias creativas que en la antecesora… y que mi labor, empero, la de cualquier crítico, parece que sea poner a los pies de los caballos toda producción que llegue a la pantalla con la vitola de ser un “ompe taquillas”. Pero… ¿qué quieren que les diga? A mí ya me tienen ganado. Hemos visto tantas y tantas malas adaptaciones de otro tipo de licencias en la gran pantalla (desde “Dragones y Mazmorras” a “Dragon Ball”, pasando por “Howard, el pato”, por citar sólo tres ejemplos), que… ¿para qué ponerse puntillosos? Dejarse asombrar cuesta tan poco como lo uno lo esté dispuesto a dejarse.


Memorable: la matanza de orcos que se marca Legolás surfeando, usando esta vez a los “jinetes de los barriles” como improvisada tabla de surf. Todo un clásico de la saga. ¿Qué va a hacer ahora el pobre Bloom? Me lo imagino creando multi-cuentas en Twitter para solicitar spin-off para Legolás… ¡ya! Bueno, siempre puede volver a “Piratas del Caribe”, tal y como se supone que hará este año en “La venganza de Salazar”.


Mejorable: saber que, cuando termina el visionado, aún te queda un año (o dos, según las últimas informaciones) para descubirr el desenlace. “Yo soy fuego… yo soy muerte” “¿Qué hemos hecho”. Toda una referencia a los inventores de la bomba atómica.



Parafraseando: la parte quizás más bizarra de la película, pero que se entiende, pues en los cánones de cómo hacer cine hoy día parece haber un mandamiento según el cual en toda película que se precie debe hacer un romance para contentar al público femenino. En este caso: la imposible historia de amor entre un enano y una elfa sin rango: “Toda luz es sagrada para los eldar, pero los elfos del bosque preferimos la luz de las estrellas” “Siempre he pensado que es una luz fría, remota y distante” “Es memoria, preciosa y pura… como tu promesa. He caminado bajo su manto, dejando atrás el bosque y alzándome en la noche.  He visto el mundo desvanecerse, y la luz blanca por siempre bañarlo todo”.

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