Año: 2023 Dirección:
Peter Jackson (“Braindead”). Intérpretes: Ian McKellen (Magneto en “X-Men”),
Martin Freeman (el doctor Watson en la serie británica “Sherlock”), Cate
Blanchett (“El aviador”), Orlando Bloom (“Piratas del Caribe”), Ian Holm,
Christopher Lee (el conde Duku en la segunda trilogía de “Star Wars”), Hugo
Weaving (“Matrix”), Elijah Wood (“Sin City”), Andy Serkis (César en “El orígen
del planeta de los simios”), Richard Armitage (“En el ojo de la tormenta”),
Luke Evans (“La Bella y la Bestia”), Evangeline Lilly (“Ant-Man”… ver crítica),
Stephen Fry (“V de Vendetta”). Presupuesto:
191 millones de dólares. Recaudación: 958 millones. Curiosidades: a pesar de
(casi) llegar a los mil millones, fue la cuarta en su año de estreno a tenor de
la taquilla mundial, por detrás de “Frozen”, “Iron Man 3” y “Gru, mi villano
favorito 2”.
Franquicia: es la
segunda película de la trilogía “El Hobbit”, por detrás de “Un viaje inesperado”
(ver crítica), estrenada el año
anterior, y antecesora de “La batalla de los cinco ejércitos” estrenada en
2014. Además, todas ellas son precuelas de la adaptación previa de “El señor de
los anillos”. Como curiosidad, reseñar
que en un principio Jackson iba a jercer únicamente como productor
ejecutivo de esta segunda trilogía, dejando las labores de dirección a
Guillermo del Toro.
Sinopsis: si
quieren cumplir a tiempo su misión, la compañía de enanos y el hobbit deberán
darse prisa para llegar a su destino. El único modo de conseguirlo será
atravesar el peligroso Bosque Negro, habitado por monstruosas arañas y los
elfos oscuros, los mismos que años atrás negaron la ayuda al pueblo de los
enanos durante su guerra contra Smaug. Finalmente, la compañía deberá atravesar
la Ciudad del Lago, habitada por hombres que antaño conocieron lo que era el
esplendor y ahora sobreviven a duras penas contaminados por la corrupción. Todo
ellos, mientras Gandalf se separa del grupo tratando de resolver el enigma del
poder oscuro que se ha despertado y que amenaza con consumir a toda la Tierra
Media.
Crítica: “¿Eso es
un terremoto?” “Eso, muchacho… es un dragón”. Cuando empezó a hablarse de la
adaptación de “El Hobbit” surgió el rumor de que a Orlando Bloom iban a pagarle
15 millones de dólares por hacer un cameo de apenas un cuarto de hora en el
film. Vamos, salía a millón por minuto. Pero ya digo: sólo es un rumor. Y si es
cierto, espero que finalmente no sea ese su verdadero caché, porque el rol del
elfo Legolás en esta segunda entrega es casi protagónico. Y ésta es una de las
quejas más repetidas por los fans del legado de Tolkien, ya que las licencias
que se premite Peter Jackson en este caso son bastante discutibles. De hecho,
el empeño del realizador por unir las dos trilogías, si bien por un lado es de
elogio, por el otro carecen de sentido y caen a veces en contradicciones, algo
que es muy frecuente cuando empieza a jugarse con la “retro-continuidad”.”Padre,
¿por qué están saliendo enanos del retrete?” “¿Nos traerán suerte?”. Sin
embargo, y una vez más, caeríamos en un error si no tratásemos a “La desolación
de Smaug” como se merece, porque hace mucho tiempo que la experiencia que supone
ir al cine (tal y como antes se entendía: como una aventura que dejara huella
en tu córtex cerebral, en lugar del aburrido mecanismo rutinario que nos
trajeron las multi-salas no se vivía con tanta intensidad como en esta
película. Porque las casi tres horas de metraje nos ofrecen AVENTURA con
mayúsculas y la ocasión única de ver una lucha contra un dragón de una manera
como jamás se había narrado hasta el día de hoy. Olvidaros de los libros de
fantasía heroica y los juegos de rol online. Esto es cine en estado puro. Y de
seguro que, por las caras de asombro y los cuerpos sobrecogidos en sus butacas
que pude observar durante la proyección de la película, el espectador debía de
sentirse igual de atraído y aterrorizado como aquellos que veían a unos trabajadores
saliendo de una fábrica en el demoníaco invento de los hermanos Lumiere. Todo
lo demás… sólo son pajas mentales de nuestra parte friki, que nunca estará
contenta por muy bien que nos traten. ¿Quién nos iba a decir que algún día
podríamos ver en pantalla grande aquello que sólo podíamos contemplar en
nuestra imaginación?
Resumiendo: ¡Bienvenidos
al mayor espectáculo del mundo! Se que el factor sorpresa se ha perdido con
respecto a “ESDLA”, que la magia un poco también, que Jackson se toma más
licencias creativas que en la antecesora… y que mi labor, empero, la de
cualquier crítico, parece que sea poner a los pies de los caballos toda
producción que llegue a la pantalla con la vitola de ser un “ompe taquillas”.
Pero… ¿qué quieren que les diga? A mí ya me tienen ganado. Hemos visto tantas y
tantas malas adaptaciones de otro tipo de licencias en la gran pantalla (desde “Dragones
y Mazmorras” a “Dragon Ball”, pasando por “Howard, el pato”, por citar sólo
tres ejemplos), que… ¿para qué ponerse puntillosos? Dejarse asombrar cuesta tan
poco como lo uno lo esté dispuesto a dejarse.
Memorable: la
matanza de orcos que se marca Legolás surfeando, usando esta vez a los “jinetes
de los barriles” como improvisada tabla de surf. Todo un clásico de la saga.
¿Qué va a hacer ahora el pobre Bloom? Me lo imagino creando multi-cuentas en
Twitter para solicitar spin-off para Legolás… ¡ya! Bueno, siempre puede volver
a “Piratas del Caribe”, tal y como se supone que hará este año en “La venganza
de Salazar”.
Mejorable: saber
que, cuando termina el visionado, aún te queda un año (o dos, según las últimas
informaciones) para descubirr el desenlace. “Yo soy fuego… yo soy muerte” “¿Qué
hemos hecho”. Toda una referencia a los inventores de la bomba atómica.
Parafraseando: la
parte quizás más bizarra de la película, pero que se entiende, pues en los
cánones de cómo hacer cine hoy día parece haber un mandamiento según el cual en
toda película que se precie debe hacer un romance para contentar al público
femenino. En este caso: la imposible historia de amor entre un enano y una elfa
sin rango: “Toda luz es sagrada para los eldar, pero los elfos del bosque
preferimos la luz de las estrellas” “Siempre he pensado que es una luz fría,
remota y distante” “Es memoria, preciosa y pura… como tu promesa. He caminado
bajo su manto, dejando atrás el bosque y alzándome en la noche. He visto el mundo desvanecerse, y la luz
blanca por siempre bañarlo todo”.
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