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jueves, 23 de marzo de 2017

Crítica "EL HOBBIT: La batalla de los cinco ejércitos"


Año: 2014. Título original: The Hobbit – The battle of the Five Armies. Dirección: Peter Jackson (“The Lovely Bones”). Intérpretes: Ian McKellen (Magneto en “X-Men”), Martin Freeman (el doctor Watson en la serie británica “Sherlock”), Cate Blanchett (“El aviador”), Orlando Bloom (“Piratas del Caribe”), Ian Holm (“Alien, el octavo pasajero”), Christopher Lee (el conde Duku en la segunda trilogía de “Star Wars”),Hugo Weaving (el agente Smith de “Matrix”), Elijah Wood (“Sin City”), Andy Serkis (César en “El orígen del planeta de los simios”), Benedict Cumberbatch (“Doctor Extraño”). Richard Armitage (la serie “Robin Hood”)., Presupuesto: 250 millones. Recaudación: 956 millones. Premios: entre otros, fue nominada a un premio Oscar a la Mejor Edición de Sonido y un Premio BAFTA a los Mejores Efectos Visuales.


Franquicia: es el cierre de la trilogía de “El Hobbit” realizada por Peter Jackson iniciada con “Un viaje inesperado” (ver crítica) de 2012 y “La desolación de Smaug” (vercrítica) de 2013, que a su vez actúan como precuelas de la trilogía precedente de “El señor de los anillos”. Con ello, además (y en principio, que luego todo se sabe) se pone punto y final a las adaptaciones en pantalla grande de la obra de Tolkien. Esto último, claro, si no tenemos en cuenta la saga de videojuegos que Warner Bros inició con “Sombras de Mordor” y este año continuó con “Sombras de Guerra”, que están situadas cronológicamente entre ambas trilogías.


Sinopsis: tras la muerte de Smaug, los enanos consiguen por fin recuperar su antiguo reino bajo la montaña, pero quizás en su victoria se encierre también su caída en desgracia, pues el tesoro conlleva una maldición a la que no tardarán en sucumbir. Todo ello, mientras el poder de Sauron va creciendo y tanto elfos como humanos reclaman su parte del botín. ¿Y qué hace en medio de semejante batalla un simple hobbit? Pues quizás salvar a la Tierra Media.


Crítica: “Elijo guerra”. Los que me hayan leído con anterioridad saben que soy un defensor de esta trilogía de “El Hobbit”, a pesar de las críticas que había recibido en sus dos antecesoras. Pero llega un punto en que es imposible defender lo indefendible y hay que claudicar, cual rey destronado: “La batalla de los cinco ejércitos” no sólo es la peor de la trilogía, sino también de toda la franquicia Tolkien, innecesaria en el mejor de los casos y grotescamente pagada de sí misma, desnudando sin pudor los defectos de toda la serie de la peor forma posible. Hubo un tiempo, cuando el proyecto empezó a despegar y Guillermo del Toro iba a ser el director, con Jackson como productor ejecutivo, en que la idea de adaptar el libro original se resumía en dos películas. Dos. Y me gusta creer que fue más bien la presión de Warner la que tomó al neozelandés por banda y le dijo: “¿Por qué vamos a perder la oportunidad de ganar otros mil millones de pavos?” (una pregunta retórica a la que yo, por cierto, tampoco habría sabido contestar). Y digo que quiero creerlo así, que los males de esta cinta son por indicaciones del estudio, porque algo del mejor Jackson queda todavía en “El Hobbit 3”. Por ejemplo, a los que se quejaban del “coitus interruptus” con que terminaba la anterior, hay que decirles que, muy acertadamente, el director reservó el desenlace para el prólogo de ésta porque… sencillamente, es lo mejor de la película (por otro lado… ¿cómo “no” iba a serlo? Joder, es la lucha entre un dragón escupe-fuego y un simple arquero). Lo que hay entre medias de eso, hasta el epílogo que lo cierra todo y lo une con “El señor de los anillos” es un mero relleno que se hace pesado, sobre todo la inclusión de un personaje rastrero destinado a darle algo de humor a la historia (y que desearías que le amputasen la cabeza en algún momento) y una historia de amor sin consumar que saca la (peor) vena ñoña del bueno de Peter. Pero insisto: algo sique habiendo entre ese barrullo digital vacío de sentido y de épica en que se convierte el eje principal de este final de franquicia; por ejemplo, en esa calma tensa de Azok buceando bajo el hielo mientras Thorin le sigue con la mirada esperando a ver si se muere de una vez o ese águila gigantesca que suelta un oso en mitad de la batalla para que se meriende a cuanto orco pille por delante. El preámbulo a todo esto, sin embargo, se cae como un castillo de naipes, pues la corrupción psicológica que trae consigo el exceso de poder era un tema ya arduamente tratado en la trilogía anterior con el rollo del anillo, con lo que verlo aquí suena a “autoplagio”. No me gustaría terminar haciendo pensar al lector que no haya visto todavía el film que es una pérdida total de tiempo. Por muchos motivos, empezando su espectacularidad conocida, “La batalla de los cinco ejércitos” merece la pena de pagar una entrada de cine. Pero quizás te siente mucho mejor… si esa entrada es del “día del espectador”. Por que esa espectacularidad, como digo, es “conocida”… y ya no sorprende.


Resumen: si las dos anteriores entregas eran de lo más recomendable, no tanto por su fidelidad, sino por su acierto a la hora de arrojarse directamente al lado más aventurero y simpático del relato, con pinceladas de acertada épica, en “La batalla de los cinco ejércitos” se produce un cambio radical y la épica trascendental deja paso a muy poca aventura y simpatía. Y encima, descubrimos que su épica es tan artificial como sus efectos especiales.


Mejorable: a la mayoría les ha hecho mucha gracia esa escena final después de la batalla, con Bilbo y Gandalf, donde el mago se fuma su pipa después de llorar a los compañeros caídos. Pues diremos eso.


Mejorable: al igual que en otras muchas producciones hollywodenses, “El Hobbit 3” cae en el error de parecerse más a un videojuego que a una película de cine. Por un lado, ese duelo al estilo “Final Fantasy” del “dream team” contra los nigromantes. Por el otro, si antes ya habíamos señalado el “complejo Ethan Hunt” de Legolás… ¿qué decir ahora cuando le ves haciendo de “Super Mario”?



Parafraseando: el bueno del señor Freeman le quiere tomar el pelo al viejo diablo de McKellen haciéndole creer que perdió el anillo durante la batalla, a lo que éste contesta: “Eres un buen hombre, señor Bolsón. Y te aprecio mucho. Pero sólo eres un ser muy pequeño… en un mundo muy grande”.

lunes, 20 de marzo de 2017

Crítica de "EL HOBBIT: La desolación de Smaug"


Año: 2023 Dirección: Peter Jackson (“Braindead”). Intérpretes: Ian McKellen (Magneto en “X-Men”), Martin Freeman (el doctor Watson en la serie británica “Sherlock”), Cate Blanchett (“El aviador”), Orlando Bloom (“Piratas del Caribe”), Ian Holm, Christopher Lee (el conde Duku en la segunda trilogía de “Star Wars”), Hugo Weaving (“Matrix”), Elijah Wood (“Sin City”), Andy Serkis (César en “El orígen del planeta de los simios”), Richard Armitage (“En el ojo de la tormenta”), Luke Evans (“La Bella y la Bestia”), Evangeline Lilly (“Ant-Man”… ver crítica), Stephen Fry (“V de Vendetta”).  Presupuesto: 191 millones de dólares. Recaudación: 958 millones. Curiosidades: a pesar de (casi) llegar a los mil millones, fue la cuarta en su año de estreno a tenor de la taquilla mundial, por detrás de “Frozen”, “Iron Man 3” y “Gru, mi villano favorito 2”.


Franquicia: es la segunda película de la trilogía “El Hobbit”, por detrás de “Un viaje inesperado” (ver crítica), estrenada el año anterior, y antecesora de “La batalla de los cinco ejércitos” estrenada en 2014. Además, todas ellas son precuelas de la adaptación previa de “El señor de los anillos”. Como curiosidad, reseñar  que en un principio Jackson iba a jercer únicamente como productor ejecutivo de esta segunda trilogía, dejando las labores de dirección a Guillermo del Toro.


Sinopsis: si quieren cumplir a tiempo su misión, la compañía de enanos y el hobbit deberán darse prisa para llegar a su destino. El único modo de conseguirlo será atravesar el peligroso Bosque Negro, habitado por monstruosas arañas y los elfos oscuros, los mismos que años atrás negaron la ayuda al pueblo de los enanos durante su guerra contra Smaug. Finalmente, la compañía deberá atravesar la Ciudad del Lago, habitada por hombres que antaño conocieron lo que era el esplendor y ahora sobreviven a duras penas contaminados por la corrupción. Todo ellos, mientras Gandalf se separa del grupo tratando de resolver el enigma del poder oscuro que se ha despertado y que amenaza con consumir a toda la Tierra Media.


Crítica: “¿Eso es un terremoto?” “Eso, muchacho… es un dragón”. Cuando empezó a hablarse de la adaptación de “El Hobbit” surgió el rumor de que a Orlando Bloom iban a pagarle 15 millones de dólares por hacer un cameo de apenas un cuarto de hora en el film. Vamos, salía a millón por minuto. Pero ya digo: sólo es un rumor. Y si es cierto, espero que finalmente no sea ese su verdadero caché, porque el rol del elfo Legolás en esta segunda entrega es casi protagónico. Y ésta es una de las quejas más repetidas por los fans del legado de Tolkien, ya que las licencias que se premite Peter Jackson en este caso son bastante discutibles. De hecho, el empeño del realizador por unir las dos trilogías, si bien por un lado es de elogio, por el otro carecen de sentido y caen a veces en contradicciones, algo que es muy frecuente cuando empieza a jugarse con la “retro-continuidad”.”Padre, ¿por qué están saliendo enanos del retrete?” “¿Nos traerán suerte?”. Sin embargo, y una vez más, caeríamos en un error si no tratásemos a “La desolación de Smaug” como se merece, porque hace mucho tiempo que la experiencia que supone ir al cine (tal y como antes se entendía: como una aventura que dejara huella en tu córtex cerebral, en lugar del aburrido mecanismo rutinario que nos trajeron las multi-salas no se vivía con tanta intensidad como en esta película. Porque las casi tres horas de metraje nos ofrecen AVENTURA con mayúsculas y la ocasión única de ver una lucha contra un dragón de una manera como jamás se había narrado hasta el día de hoy. Olvidaros de los libros de fantasía heroica y los juegos de rol online. Esto es cine en estado puro. Y de seguro que, por las caras de asombro y los cuerpos sobrecogidos en sus butacas que pude observar durante la proyección de la película, el espectador debía de sentirse igual de atraído y aterrorizado como aquellos que veían a unos trabajadores saliendo de una fábrica en el demoníaco invento de los hermanos Lumiere. Todo lo demás… sólo son pajas mentales de nuestra parte friki, que nunca estará contenta por muy bien que nos traten. ¿Quién nos iba a decir que algún día podríamos ver en pantalla grande aquello que sólo podíamos contemplar en nuestra imaginación?


Resumiendo: ¡Bienvenidos al mayor espectáculo del mundo! Se que el factor sorpresa se ha perdido con respecto a “ESDLA”, que la magia un poco también, que Jackson se toma más licencias creativas que en la antecesora… y que mi labor, empero, la de cualquier crítico, parece que sea poner a los pies de los caballos toda producción que llegue a la pantalla con la vitola de ser un “ompe taquillas”. Pero… ¿qué quieren que les diga? A mí ya me tienen ganado. Hemos visto tantas y tantas malas adaptaciones de otro tipo de licencias en la gran pantalla (desde “Dragones y Mazmorras” a “Dragon Ball”, pasando por “Howard, el pato”, por citar sólo tres ejemplos), que… ¿para qué ponerse puntillosos? Dejarse asombrar cuesta tan poco como lo uno lo esté dispuesto a dejarse.


Memorable: la matanza de orcos que se marca Legolás surfeando, usando esta vez a los “jinetes de los barriles” como improvisada tabla de surf. Todo un clásico de la saga. ¿Qué va a hacer ahora el pobre Bloom? Me lo imagino creando multi-cuentas en Twitter para solicitar spin-off para Legolás… ¡ya! Bueno, siempre puede volver a “Piratas del Caribe”, tal y como se supone que hará este año en “La venganza de Salazar”.


Mejorable: saber que, cuando termina el visionado, aún te queda un año (o dos, según las últimas informaciones) para descubirr el desenlace. “Yo soy fuego… yo soy muerte” “¿Qué hemos hecho”. Toda una referencia a los inventores de la bomba atómica.



Parafraseando: la parte quizás más bizarra de la película, pero que se entiende, pues en los cánones de cómo hacer cine hoy día parece haber un mandamiento según el cual en toda película que se precie debe hacer un romance para contentar al público femenino. En este caso: la imposible historia de amor entre un enano y una elfa sin rango: “Toda luz es sagrada para los eldar, pero los elfos del bosque preferimos la luz de las estrellas” “Siempre he pensado que es una luz fría, remota y distante” “Es memoria, preciosa y pura… como tu promesa. He caminado bajo su manto, dejando atrás el bosque y alzándome en la noche.  He visto el mundo desvanecerse, y la luz blanca por siempre bañarlo todo”.