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jueves, 13 de abril de 2017

Crítica de "JURASSIC WORLD" (2015)


Año: 2015. Producción: Amblin Entertainment. Director: Colin Trevorrow (“Seguridad no garantizada”). Intérpretes: Chris Pratt (“Passengers”… ver crítica), Bryce Dallas Howard (“El bosque”… ver crítica), Judy Greer (“Ant Man”... ver crítica), Lauren Lankus (“Are You Here”), Jake Johnson (“Vamos de polis”), Vincent D´Onofrio (el Kinping del “Daredevil” de Netflix), Nick Robinson (“The Kings of Summer”), Omar Sy (“Intocable”),, Irfan Khan (“Inferno”… ver crítica) . Presupuesto: 150 millones de dólares. Recaudación: en su primer fin de semana, ha logrado más de 511 millones de dólares en todo el mundo. De ellos, más de 200 en su país de origen, lo que la sitúan como el segundo mejor estreno de la historia por detrás de “Los Vengadores”, y haciendo que Universal bata récords al superar los 2000 millones de facturación global en tan sólo medio año, algo que ningún otro estudio había conseguido hasta la fecha. Terminó con 1670 millones recaudados en todo el mundo, lo que la convierten en la cuarta más taquillera de todos los tiempos.


Franquicia: basadas en la novela homónima de Michael Crichton publicada en 1990, la franquicia hasta la fecha se compone de una trilogía anterior: “Parque Jurásico” (1993), “El mundo perdido” (1997) y “Jurassic Park III” (2001), siendo las dos primeras dirigidas por Steven Spielberg y la tercera por Joe Johnston. La cuarta entrega estaba inicialmente pensada para su salida en 2005, pero se retrasó durante una década por problemas con el guión. Actualmente, Universal Pictures ha fechado la secuela de la que nos ocupa para el 5 de junio del próximo 2018, siendo el responsable de ponerse tras las cámaras el español J.A. Bayona, responsable de “El orfanato”, “Lo imposible” o “Un monstruo viene a verme” (ver crítica).


Sinopsis: 22 años después, el sueño de John Hammond se ha hecho realidad y “Jurassic World” es un parque temático de éxito que recibe cada día a veinte mil espectadores. Sin embargo, mantener el interés en lo que no deja de ser una especie de zoo elitista obliga al grupo de accionistas comandados por independiente Claire Dearing a crear de la nada una nueva especie de dinosaurio que parte directamente de la experimentación genética. El bautizado como “Indominus Rex” es más grande, inteligente y peligroso que ninguna otra especie de la isla. Y quizás… también suponga la destrucción de la misma. Sólo el ex marine Owen Grady, el “domador” de los velociraptores, podrá impedir una masacre a gran escala.


Crítica: “La clave para ser feliz es aceptar que uno nunca tiene el control”. Cuando en su día se quiso continuar con “Tiburón”, Spielberg se desentendió del tema consciente de que todas las películas que se pudieran hacer sobre el escualo ya las había hecho en un solo largometraje, y lo que viniese después no iba a dejar de ser una repetición de lo mismo. Posteriormente, en “El mundo perdido” le pasó algo parecido y quiso ir un paso más allá, llevando al T-Rex a las calles de Nueva York, para sacar a los reptiles de la isla, en una jugada que no le salió del todo bien. Consciente de ello, Trevorrow elabora lo que no es sino un “remake” convencional pero disfrazado de “reboot” (ojo al juego de palabras), de una cinta original que, por cierto, no lo necesitaba, pero añade además un nuevo factor sorprendente de cara a que la franquicia pueda tener un futuro más allá de esta entrega, en una pirueta imposible que sólo el tiempo nos podrá decir si fue acertada o no. Y es que, decir que el nuevo film te obliga a un ejercicio de suspensión de la credibilidad mayúsculo resulta casi absurdo teniendo en cuenta que vamos a ver un producto que parte de la base de que clonar especies extinguidas hace millones de años es una realidad aceptada por todos. Pero precisamente por esto, porque los dinosaurios no son ya una novedad por sí solos (que establece un curioso paraelismo con la trama intrínseca del guión), convertir al “Indominus Rex” en una especie de “psycho-killer”, y a los velociraptores en los “héroes” de la función a los que sólo les falta hablar para ser humanos… es quizás pedir demasiado. Lo que tenemos pues es una suerte de “El origen del planeta de los dinosaurios” que depende mucho de la complicidad con el espectador para ser tomada mínimamente en serio (insisto: partiendo de la premisa y el género en que se enclava), aunque para ser justos, si todo esto se consigue, pasaremos un rato de lo más agradable con una propuesta que mezcla sabiamente la aventura, el terror, la ciencia ficción, el humor y el gore en un exquisito cóctel de palomitas cómo sólo los mejores blockbusters pueden lograr. No podemos decir, lógicamente, que sea mejor que la cinta original de 1993, pero como tampoco lo pretende, hasta esos guiños para con la película primigenia le quedan bien a esta entrega, que ahora sí, se ratifica como la mejor secuela de toda la (hasta la fecha) tetralogía surgida previamente de la pluma del desaparecido Michael Crichton. Ya sólo por esa brutal secuencia de la muerte de una mujer, atrapada por un pterodáctilo primero y víctima del masasarius después… merece la pena pagar el precio de la entrada.


Resumiendo: tanto Universal como el director de “Jurassic World” tomaron buena nota del gran éxito que fue “Guardianes de la Galaxia”, una superproducción que nunca se tomaba muy en serio a sí misma para poder facturar un “simple” vehículo de pura diversión sin pretensiones. Para emularla, nada mejor que “pescar” a un Chris Pratt que hace nuevamente de “Starlord” (reivindicándose además como el único capaz de recogerle el testigo a Ford como nuevo Indiana) y llenando la pantalla de más criaturas generadas por ordenador para llegar a ese viejo teorema de “más es más”. Todos los que en su día disfrutaron del primer “Parque Jurásico” tendrán aquí un digno sucesor. Los que nunca la vieron (por falta de interés o porque no habían nacido) pensarán que están asistiendo al espectáculo más maravilloso del mundo.


Memorable: ese “besus interruptus” de dos de los secundarios de la función en uno de los momentos de mayor tensión, es lo más descacharrante que hemos visto últimamente en pantalla. Eso, junto al diálogo de los chavales que no quieren quedarse solos… ni con su tía, son pinceladas de humor muy bien logradas.


Mejorable: para compensar lo dicho anteriormente, el film sí que tiene un “beso de película” innecesario que se produce, además, mientras alrededor de la pareja protagonista todo el mundo muere sin que parezca importar.


Curiosidades: tal y como suele ocurrir en este tipo de proyectos, hubo otros actores que se postularon para el papel que finalmente consiguió Chris Pratt. Entre ellos estaban Henry Cavill, Armie Hammer (curiosamente, ambos protagonistas de “Operación U.N.C.L.E.” o Jason Statham (quien, curiosamente también, ahora se está quitando la espinita rodando una cinta donde se enfrentará a un Megalodón prehistórico. Por otro lado, entre los numerosos guiones que se escribieron durante los últimos diez años, había varios que llevaban a la práctica lo abocetado en este film, con los dinosaurios siendo “empleados” por el gobierno o empresas privadas para trabajos de riesgo como rescates de personas en zonas peligrosas o como meros soldados en contiendas bélicas. Opciones, no obstante, que no están descartadas de cara a las secuelas.



Parafraseando: el nuevo propietario del parque recrimina al ingeniero jefe la creación de una criatura tan letal como el “Indominus”, a lo que éste replica que sólo se limitó a cumplir sus órdenes: “¡Yo nunca le pedí un monstruo!” “Un “monstruo” es un término muy relativo. Para un canario, un gato será un “monstruo”. Estamos demasiado acostumbrados a ser gatos”.

domingo, 22 de enero de 2017

CADILLACS AND DINOSAURS: el arcade


Información general: reseña del arcade “Cadillacs & Dinosaurs”, desarrollado por Capcom en 1992; un típico beat em up de scroll horizontal, con joystick de ocho direcciones y dos botones (salto y patada) cuyas combinaciones permitían multitud de ataques para los cuatro personajes disponibles. Uno de los arcades más populares en los salones recreativos de los 90, por su variedad de enemigos en las ocho fases del juego, la originalidad de poder disponer de armas de fuego para luchar contra ellos y su pintoresco contexto, que llevaron a la emisión de una serie de televisión que en España emitió Canal +.

Historia: tanto el juego como la serie de dibujos están basadas en el cómic “Xenozoic Tales”, creado por Mark Schultz en los 80. En él, se nos narraba un futuro post-apocalíptico, donde la humanidad, después de haber pasado 600 años viviendo bajo tierra por culpa de la contaminación, regresaban a la superficie para encontrársela dominada nuevamente por los dinosaurios. En el año 2513, Jack Tenrec, un mecánico experto en reparar Cadillacs, descubre que una misteriosa banda conocida como “los Moradores Oscuros” están cazando a los dinosaurios para que sirvan como conejillos de indias de un científico logo que realiza experimentos genéticos. Jack, con la ayuda de sus amigos, intentará detenerlos.

Jugabilidad: el juego contaba con cuatro personajes a elegir: Jack Tenrec (el prota; el más equilibrado en fuerza/agilidad); Hannah Dundee (ex novia de Jack; la menos fuerte pero más ágil); Mustapha Cairo (amigo de Jack; el favorito de los jugadores novatos, por ser uno de los más ágiles y fuertes); Mass O´Bradovich (de biografía desconocida; el más fuerte pero también más lento). Juntos o por separado, debían enfrentarse a un ejército de enemigos compuesto por: moteros, cazadores, cuchilleros, gordos, enanos saltimbanquis… y dinosaurios como T-Rex, velocirraptores, triceratops o pterodáctilos. Y, por supuesto, los correspondientes jefes finales, la mayoría con mortíferas armas especiales como espadas de carnicero o boomerangs afilados. Una de las fases más llamativas era “Hell Road”, donde debías combatir a una pandilla de moteros al volante de tu coche, u otra donde debías eliminar a tus enemigos mientras esquivabas las patas de un enorme dinosaurio que camina por el lugar.


Crítica: es imposible tener treinta años y no haber jugado a este juego, uno de los favoritos de los salones recreativos, por su vistosidad y el equilibrio de dificultad, doblemente disfrutable si contabas con un amigo que tuviese otras 25 pesetas. Nuevamente, tenemos que remitirnos al contexto de su lanzamiento, una década donde flipábamos con la trilogía de “Mad Max” en televisiones y videoclubs (cuya estética en escenarios y enemigos estaban muy presentes aquí) y la esperadísima “Jurassic Park” de Spielberg no tardaría en contagiarnos con su fiebre prehistórica. Curiosamente, y a pesar de su inmensa popularidad, el arcade nunca llegó a adaptarse para ninguna consola, lo que facilitó su mitificación por el hecho de que solamente era posible jugarlo en las recreativas. Junto con otros clásicos como el “Street Fighter II”, el “Sunset Riders”, los “Snow Bros”, el “Pang” o el “Tetris”… y tantos otros, dejaron una huella imperecedera en toda una generación que hoy los recuerda con nostalgia y sólo puede recuperarla parcialmente vía emuladores. Nuff said!