Año: 2016. Director:
Denis Villeneuve (“Sicario”). Basada en: la novela “Story of Your Life”, de Ted
Chiang. Intérpretes: Amy Adams (“The Fighter”), Jeremy Renner (Ojo de Halcón en
las películas de Marvel Studios), Forest Whitaker (ganador del Oscar por “El
último rey de Escocia”), Michael Stuhlbarg (la serie HBO “Boardwalk Empire”), Tzi
Ma (“Hora Punta”), Mark O´Brien (la serie “Halt and Catch Fire”). Presupuesto:
47 millones de dólares. Recaudación: 197 millones. Premios: fue nominada a 8
premios Oscar, incluyendo Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guión Adaptado,
ganando el de Mejor Edición de Sonido. También fue nominada para un Globo de
Oro a la Mejor Actriz.
Sinopsis: un día
12 objetos voladores no identificados (OVNIS, vamos) aparecen en distintos
lugares del planeta. La experta lingüista Louise Banks y el físico teórico Ian
Donelly son llamados por el ejército de los Estados Unidos para intentar
comunicarse con los tripulantes de la nave que ha llegado a suelo
norteamericano. Una compuerta en la nave se abre dos veces al día y permite
entrar en su interior y conocer a los dos extraterrestres, que tienen forma de
pulpos gigantes y sueltan una especie de tinta negra con la que forman símbolos
que parecen ser su idioma. Descifrar dichos símbolos y averiguar qué se
proponen en la Tierra será una misión a contrarreloj, toda vez que el resto de
potencias del mundo están empezando a sospechar de los recién llegados y
amenazan con emprender acciones beligerantes.
Crítica: “Me
había olvidado de lo mucho que me gusta que me abraces”. Y hasta aquí llegamos.
“La llegada” ha sido señalada por muchos (más allá de lo que dicten las
ceremonias de premios) como la mejor película de este año y una de las mejores
de la década. Con tan altas expectativas, es difícil que te decepcione su
visionado si las habías leído o te las habían dicho de antemano. No obstante,
también es de recibo señalar que es una de esas películas que te dejan pensando
una vez terminan, y que se desenvuelven como una cebolla en tu recuerdo
conforme vas rascando en su superficie y descubres nuevos matices que al principio
habían pasado desapercibidos. Porque lo cierto es que “Arrival” (título
original en inglés) es en teoría una cinta de ciencia-ficción. Pero de esa
vertiente introspectiva que huye de los grandes efectos especiales y las
epopeyas intergalácticas para hacer preguntas más propias de la filosofía, la
metfa-física y la “psico-magia”. En definitiva, y tal y como se nos vende de
manera más o enos subliminal durante varias ocasiones del metraje, “La llegada”
plantea una historia sobre el lenguaje. Sobre la necesidad de comunicarnos
entre nosotros. Y también sobre la gestión de los problemas derivadas de dicha
comunicación, por tanto en cuanto a menudo se dicen verdades que uno no quiere
escuchar. No voy a caer en el mismo error que cometieron conmigo, y vendértela
diciendo que el hecho de verla te va a cambiar la vida. Pero sin duda, tienes
que verla. Es obligatorio. Aunque sólo sea por comprobar que Villenueve es el
mejor creador de atmósferas del cine actual. Merecidísimo por otro lado el
Oscar al Mejor Sonido, que te golpea en la boca del estómago hasta infundirte
el miedo en el cuerpo.
Concluyendo: en
el último tercio del metraje hay uno de esos “giros de guión” que tanto nos
gustan a todos y que resulta ser la clave maestra de lo que está ocurriendo en
pantalla, como si fuese la pieza del puzle que te faltaba para completarlo
todo. Uno de esos giros que, como suele pasar, también deja más preguntas por
resolver, pero bueno, al menos descifra otras tantas. Ese tipo de giros es
habitual que algunos avispados espectadores lo anticipen antes de que resulte
demasiado obvio para el resto. No es que yo me tenga precisamente por ágil en
este sentido, pero como soy perro viejo, y este tipo de recursos no es que sea
algo precisamente novedoso, en esta ocasión me anticipé a la jugada. Una vez
dicho esto, he de confesar que el hecho de “destripar” de antemano lo que en
teoría debería ser una sorpresa de la propia película no hacen menos
disfrutable lo que te queda por ver, por la manera en que se transmuta como una
bonita historia que cobra sentido y que fabula con esa sempiterna pregunta de: “Si
supieras lo que va a pasar en tu vida… ¿cambiarías algo?”. Ya sólo por eso mismo,
por el hecho de que “La llegada” no dependa de la gran respuesta final sino que
tiene en liza muchos más matices con los que engancharte, merece ser
considerada como la gran película que es.
Memorable: la
plasmación del lenguaje de los extraterrestres, y la manera sencilla, práctica
y funcional con la que se explica al espectador, sin entrar en farragosas
explicaciones sobre lingüística o matemáticas. Como ya he dicho, la película
gira en torno a esta forma de comunicación, pero cuando acaba la peli, y sin
hacer SPOILERS, la duda te asalta: “¿Y tanto para esto? ¿Y nadie más consigue lo
que supuestamente era un regalo para toda la humanidad?”.
Mejorable: el
personaje de Jeremy Renner está porque es una pieza fundamental de la historia,
pero su trabajo como físico es mucho más discutible. Quiero decir… parece que
está más porque es obligado para lo que sucederá al final que porque realmente
tenga algo que ver con todo el asunto de los aliens. Por otro lado, llevo toda
la vida creyendo que la anécdota de la palabra “canguro” es real (ya sabéis, lo
de que en realidad significa “No te entiendo” cuando los exploradores
preguntaban a los nativos qué tipo de animal era ese. ¿Y ahora me dicen que no
es cierto?
Parafraseando:
las comunicaciones de la base captan un mensaje de China en mandarín, que
Louise intenta descifrar: “Palos, honor, flores… Coronel, son series de
fichas del “mahjong”. Dios, están… ¿utilizando un juego para hablar con sus
heptápodos “ “Tal vez. ¿Por qué?” “Pongamos que les enseñara a jugar al…
ajedrez, por ejemplo, y no ha hablar. Cada
conversación sería una partida. Cada idea se expresaría como una competición. “Victoria”…
“derrota”… ¿ve el problema? Si sólo te doy un martillo…” “Todo se convierte en
un clavo”.
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