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viernes, 17 de marzo de 2017

Crítica de "WATCHMEN" (2009)


Año: 2009. Dirigida por: Zack Snyder (“300”). Basada en: la maxiserie de Alan Moore y Dave Gibbons publicada por DC Comics entre 1986 y 1987. Intérpretes: Jackie Earle Haley (Freddy Krueger en el remake de “Pesadilla en Elm Street”), Patrick Wilson (en la segunda temporada de “Fargo”), Billy Crudup (“Casi famosos”), Jeffrey Dean Morgan (Negan en “The Walking Dead”), Malin Akerman (“La era del rock”), Matthew Goode (“Tenías que ser tú”), Carla Gugino (Ingrid Cortéz en la trilogía de “Spy Kids”). Presupuesto: 130 millones de dólares. Recaudación: 185 millones.  


Curiosidades: la cadena HBO se encuentra actualmente desarrollando una nueva adaptación para la pequeña pantalla, donde también se incluiría lo narrado en “Before Watchmen”, una precuela de 2012 publicada por la propia DC Comics y bajo cuyo epígrafe se englobaban ocho miniseries y un one-shot. A pesar de no contar ni con el arte ni con el beneplácito de ninguno de los dos autores originales, las historias estaban realizadas por lo más granado de la industria actual, si bien es cierto que son más una anécdota complementaria a la original que unos títulos meritorios de por sí.


Sinopsis: ¿Quién vigila a los vigilantes? Gracias a los superhéroes, los Estados Unidos ganaron la guerra de Vietnam. Esto ha acrecentado la lucha entre potencias, y la histeria en la URSS por la amenaza que supone el casi omnipotente “Doctor Manhattan” ha llevado al mundo al borde de la guerra nuclear. Todo ello, pese a que el Gobierno de los EEUU dictó una ley años atrás considerando proscritos a los justicieros enmascarados, lo que ha obligado a la mayoría a retirarse. Sin embargo, la muerte de uno de ellos, El Comediante, a manos de un asaltante misterioso, obliga al resto a volver a salir a la luz pública ante la posibilidad de que sean el próximo objetivo del asesino. Rorschach, Ozymandias, Búho Nocturno, Espectro de Seda… ¿quién de todos es el traidor?


Crítica: “Diario de Rorschach. 12 de octubre de 1985: hoy, un comediante ha muerto en la ciudad de Nueva York”. Cuando se publicó “Watchmen” en España yo era apenas un crío. Desde muy pequeño, me aficioné a leer cómics, pero mis padres no era lo que se dice precisamente ricos, así que mi compra de tebeos no tenía una cadencia mensual. En la mayoría de las ocasiones, mi provisión anual se limitaba a una visita a una cochera de un pueblo costero donde veraneábamos, cuyo dueño vendía al saldo revistas, fotonovelas, libros… y sí, también cómics. Todos de segunda mano. Había una pila sin orden ni concierto, donde se mezclaban colecciones tanto de Forum como de Ediciones Zinco. Como he dicho, yo era un niño, así que lo mismo me daba leer el número 182 de “Spider-Man”… y seis meses o un año después leerme el 57. Pero los devoraba, vaya que sí. Y aquí y allá, bien fuese en artículos o en los correos de los lectores, se hablaba de una obra maestra llamada “Watchmen”. Tardé mucho, mucho tiempo en leerla, como comprenderéis. Un año pillaba el 4, al siguiente el 6… al tercer año encuentro un tomo “retapado” con los seis primeros números… Y así hasta que Norma decidió reeditar la obra en un solo volumen. ¿Y todo esto os lo cuento para qué? ¿Qué tiene que ver con la película? Bueno, en la mayoría de las ocasiones, se dice que el libro siempre es mejor que la película en que se adapte por el simple hecho de que la “compañía vital” que te hace la obra original es mucho mayor que dos horas de un metraje. Una lectura te puede llevar semanas, o meses… y recordarte lugares y momentos concretos en que estabas leyendo tal o cual libro determinado. Es una aventura, una página de tu vida. Entenderéis, pues, después de lo que os he contado, que me es muy difícil juzgar una película que condensa toda mi niñez y mi juventud. Si bien, tengo que ser honesto y confesar que es la mejor conversión a pantalla grande que podía hacerse. Otros como Terry Gilliam o Darren Aronofsky abandonaron el proyecto por considerarlo “imposible”. Snyder sale airoso de la titánica lucha por ceñirse al original como el traje de cuero de Espectro de Seda lo hace a su hermosa piel, y “bailando con el Diablo a la luz de la luna” con sus distintas subtramas, sabiendo perfectamente cuál es el eje sobre el que pivota toda la historia y el nexo común donde confluyen todos los artificios de Alan Moore, lo que a la postre supone simplificar en exceso la premisa argumental y tornarla incluso en previsible. Pero Snyder se queda a medio camino de alcanzar el Olimpo. Que eso, creo, es mucho mejor que ni siquiera haber empezado a recorrer el camino.


Resumiendo:”Watchmen” no sólo era una historia de superhéroes cojonuda. Sino que era una historia que transcurría en el “tiempo real” de su publicación. La década de los ochenta con Thatcher, Reagan, la amenaza de la guerra nuclear… Si bien la película nos transporta a esa distopía que a la vez nos resulta cercana, es imposible que nos afecte del mismo modo en que afectó a los lectores en el momento en que fue publicada. Si bien, aplicándola como simple pieza de entretenimiento dentro del puzle de la moda cinematográfica por el género de los tipos con mallas, podemos decir que también ayudó a ser un punto de inflexión para que se entendiese que también podían hacerse apuestas más oscuras, complejas, maduras y adultas que ayudasen a ser tomadas en serio más allá de cómo excusa para vender palomitas. Tenemos que congraciarnos por el mero hecho de que todo el mundo disfrutase de una obra que hasta la fecha era un simple “cuento” para todos aquellos amigos a los que les recomendábamos su lectura y nos respondían con indiferencia. Chapó. Porque lo difícil se consigue, y lo imposible… se intenta.


Memorable: sin duda, el gran aporte de Snyder a la obra de Moore y Gibbons es el uso de la banda sonora para reforzar (y en algunos momentos, resumir) el contexto. El ejemplo más claro de esto es el “The Times They Are A Changin´” de Bob Dylan en el prólogo. Sólo por esa secuencia ya se justifica la realización de la película.


Mejorable: sin duda, Rorschach es lo mejor, tanto del cómic como d ela película, pero gran parte de su trama personal queda aquí solapada por otro montón de información que no admite momentos para la contemplación. También, los juegos de “mecanismos unitarios” a modo de relojes sincronizados con los que funcionaban cada uno de ls números de la maxiserie, quedan aquí reducidos invariablemente a su mínima expresión, con el logo de El Comediante que abre y cierra el metraje.


Parafraseando: gracias a esta pregunta sabréis por qué cada número del cómic mostraba el mismo dibujo de un reloj marcando lóbregamente una inexorable cuanta atrás: “Doctor Manhattan: como sabe, el “reloj del Juicio Final es un reloj simbólico que representa la proximidad de la humanidad a la extinción, y en la que la medianoche representa la posibilidad de una guerra nuclear. En este momento se sitúa en cuatro minutos antes de la medianoche. ¿Coincide en que estamos tan cerca de la aniquilación?” “Mi padre era relojero. Pero abandonó su ofició cuando Einstein descubrió que el tiempo es relativo. Sólo coincido en que un “reloj simbólico” es tan beneficioso para el intelecto,… como una fotografía de oxígeno para un hombre que se ahoga”.  

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