Año: 2009. Dirigida por:
Zack Snyder (“300”). Basada en: la maxiserie de Alan Moore y Dave Gibbons
publicada por DC Comics entre 1986 y 1987. Intérpretes: Jackie Earle Haley
(Freddy Krueger en el remake de “Pesadilla en Elm Street”), Patrick Wilson (en
la segunda temporada de “Fargo”), Billy Crudup (“Casi famosos”), Jeffrey Dean
Morgan (Negan en “The Walking Dead”), Malin Akerman (“La era del rock”),
Matthew Goode (“Tenías que ser tú”), Carla Gugino (Ingrid Cortéz en la trilogía
de “Spy Kids”). Presupuesto: 130 millones de dólares. Recaudación: 185
millones.
Curiosidades: la
cadena HBO se encuentra actualmente desarrollando una nueva adaptación para la
pequeña pantalla, donde también se incluiría lo narrado en “Before Watchmen”,
una precuela de 2012 publicada por la propia DC Comics y bajo cuyo epígrafe se
englobaban ocho miniseries y un one-shot. A pesar de no contar ni con el arte
ni con el beneplácito de ninguno de los dos autores originales, las historias
estaban realizadas por lo más granado de la industria actual, si bien es cierto
que son más una anécdota complementaria a la original que unos títulos
meritorios de por sí.
Sinopsis: ¿Quién
vigila a los vigilantes? Gracias a los superhéroes, los Estados Unidos ganaron
la guerra de Vietnam. Esto ha acrecentado la lucha entre potencias, y la
histeria en la URSS por la amenaza que supone el casi omnipotente “Doctor
Manhattan” ha llevado al mundo al borde de la guerra nuclear. Todo ello, pese a
que el Gobierno de los EEUU dictó una ley años atrás considerando proscritos a
los justicieros enmascarados, lo que ha obligado a la mayoría a retirarse. Sin embargo,
la muerte de uno de ellos, El Comediante, a manos de un asaltante misterioso,
obliga al resto a volver a salir a la luz pública ante la posibilidad de que
sean el próximo objetivo del asesino. Rorschach, Ozymandias, Búho Nocturno,
Espectro de Seda… ¿quién de todos es el traidor?
Crítica: “Diario
de Rorschach. 12 de octubre de 1985: hoy, un comediante ha muerto en la ciudad de
Nueva York”. Cuando se publicó “Watchmen” en España yo era apenas un crío. Desde
muy pequeño, me aficioné a leer cómics, pero mis padres no era lo que se dice
precisamente ricos, así que mi compra de tebeos no tenía una cadencia mensual. En
la mayoría de las ocasiones, mi provisión anual se limitaba a una visita a una
cochera de un pueblo costero donde veraneábamos, cuyo dueño vendía al saldo
revistas, fotonovelas, libros… y sí, también cómics. Todos de segunda mano. Había
una pila sin orden ni concierto, donde se mezclaban colecciones tanto de Forum
como de Ediciones Zinco. Como he dicho, yo era un niño, así que lo mismo me
daba leer el número 182 de “Spider-Man”… y seis meses o un año después leerme
el 57. Pero los devoraba, vaya que sí. Y aquí y allá, bien fuese en artículos o
en los correos de los lectores, se hablaba de una obra maestra llamada “Watchmen”.
Tardé mucho, mucho tiempo en leerla, como comprenderéis. Un año pillaba el 4,
al siguiente el 6… al tercer año encuentro un tomo “retapado” con los seis
primeros números… Y así hasta que Norma decidió reeditar la obra en un solo volumen.
¿Y todo esto os lo cuento para qué? ¿Qué tiene que ver con la película? Bueno,
en la mayoría de las ocasiones, se dice que el libro siempre es mejor que la
película en que se adapte por el simple hecho de que la “compañía vital” que te
hace la obra original es mucho mayor que dos horas de un metraje. Una lectura
te puede llevar semanas, o meses… y recordarte lugares y momentos concretos en
que estabas leyendo tal o cual libro determinado. Es una aventura, una página
de tu vida. Entenderéis, pues, después de lo que os he contado, que me es muy difícil
juzgar una película que condensa toda mi niñez y mi juventud. Si bien, tengo
que ser honesto y confesar que es la mejor conversión a pantalla grande que
podía hacerse. Otros como Terry Gilliam o Darren Aronofsky abandonaron el
proyecto por considerarlo “imposible”. Snyder sale airoso de la titánica lucha
por ceñirse al original como el traje de cuero de Espectro de Seda lo hace a su
hermosa piel, y “bailando con el Diablo a la luz de la luna” con sus distintas
subtramas, sabiendo perfectamente cuál es el eje sobre el que pivota toda la
historia y el nexo común donde confluyen todos los artificios de Alan Moore, lo
que a la postre supone simplificar en exceso la premisa argumental y tornarla
incluso en previsible. Pero Snyder se queda a medio camino de alcanzar el
Olimpo. Que eso, creo, es mucho mejor que ni siquiera haber empezado a recorrer
el camino.
Resumiendo:”Watchmen”
no sólo era una historia de superhéroes cojonuda. Sino que era una historia que
transcurría en el “tiempo real” de su publicación. La década de los ochenta con
Thatcher, Reagan, la amenaza de la guerra nuclear… Si bien la película nos
transporta a esa distopía que a la vez nos resulta cercana, es imposible que
nos afecte del mismo modo en que afectó a los lectores en el momento en que fue
publicada. Si bien, aplicándola como simple pieza de entretenimiento dentro del
puzle de la moda cinematográfica por el género de los tipos con mallas, podemos
decir que también ayudó a ser un punto de inflexión para que se entendiese que
también podían hacerse apuestas más oscuras, complejas, maduras y adultas que
ayudasen a ser tomadas en serio más allá de cómo excusa para vender palomitas. Tenemos
que congraciarnos por el mero hecho de que todo el mundo disfrutase de una obra
que hasta la fecha era un simple “cuento” para todos aquellos amigos a los que
les recomendábamos su lectura y nos respondían con indiferencia. Chapó. Porque lo
difícil se consigue, y lo imposible… se intenta.
Memorable: sin
duda, el gran aporte de Snyder a la obra de Moore y Gibbons es el uso de la
banda sonora para reforzar (y en algunos momentos, resumir) el contexto. El ejemplo
más claro de esto es el “The Times They Are A Changin´” de Bob Dylan en el
prólogo. Sólo por esa secuencia ya se justifica la realización de la película.
Mejorable: sin
duda, Rorschach es lo mejor, tanto del cómic como d ela película, pero gran
parte de su trama personal queda aquí solapada por otro montón de información
que no admite momentos para la contemplación. También, los juegos de “mecanismos
unitarios” a modo de relojes sincronizados con los que funcionaban cada uno de
ls números de la maxiserie, quedan aquí reducidos invariablemente a su mínima
expresión, con el logo de El Comediante que abre y cierra el metraje.
Parafraseando:
gracias a esta pregunta sabréis por qué cada número del cómic mostraba el mismo
dibujo de un reloj marcando lóbregamente una inexorable cuanta atrás: “Doctor
Manhattan: como sabe, el “reloj del Juicio Final es un reloj simbólico que
representa la proximidad de la humanidad a la extinción, y en la que la
medianoche representa la posibilidad de una guerra nuclear. En este momento se sitúa
en cuatro minutos antes de la medianoche. ¿Coincide en que estamos tan cerca de
la aniquilación?” “Mi padre era relojero. Pero abandonó su ofició cuando
Einstein descubrió que el tiempo es relativo. Sólo coincido en que un “reloj
simbólico” es tan beneficioso para el intelecto,… como una fotografía de
oxígeno para un hombre que se ahoga”.
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