Buscar este blog

Mostrando entradas con la etiqueta skylar grey. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta skylar grey. Mostrar todas las entradas

martes, 18 de abril de 2017

Crítica de "NICKI MINAJ: The Pinkprint" (2014)


Información general: reseña de “The Pinkprint”, tercer álbum de estudio de la rapera Nicki Minai, lanzado al mercado por Young Money y Cash Records en noviembre de 2014 con producciones de Birdman o Lil Wayne, entre otros. Con colaboraciones de Drake, Chris Brown, Beyonce, Ariana Grande o Skylar Grey, entre otros, debutó en el pusto 2 de la lista Billboard. Hasta la fecha, se han extraído los singles “Pills n Potions”, “Anaconda”, “Only”, “Bed of Lies” y “Truffle Buffer”. El videoclip de Anaconda batió el récord de visitas en YouTube en tan sólo 24 horas, al llegar casi hasta los 20 millones de reproducciones.

Crítica: en 2001, Jay Z lanzaba su sexto álbum de estudio, titulado “The Blueprint”, donde utilizaba el micrófono como si fuese el diván de un psiquiatra para erigirse como el mejor rapero de su tiempo y marcar el estándar de calidad al que el resto debían aspirar. Quizás ese sea el principal problema de “The Pinkprint”, las altas expectativas que la propia Nicki se puso (todo ello, recalcando que es su tercer trabajo, mientras que el de Jay Z era el sexto). Cuando juegas a ser “la mejor”, no te queda otra que demostrarlo; y más cuando el mismo año se ha publicado otra joyita como “Yeezus” (que insisto, por tercera vez: tampoco es el tercer trabajo de Kanye West, ya lleva unos cuantos más). De lo que no hay ninguna duda es de que nos encontramos ante el mejor álbum de la de Trinidad y Tobago (que por cierto, por fin hace un guiño a sus orígenes con “Trini Dem Girls”, con pegadizo ritmo de bongos y flauta de Pan), el más cohesionado de todos, donde sus distintas vertientes (la melosa, la estrella pop, la diva rap y… “la choni”) fluyen con armonía hasta crear un sonido homogéneo. A muchos les parece que el trabajo abusa de las baladas, pero no hay nada de malo si estas son buenas, y “Grand Piano” te abre las entrañas con ese desgarrador violín del final. A los que les gusten las atmósferas más oscuras ya tienen, por ejemplo, “Shanghai”. Sin embargo, sí es cierto que conforme han ido saliendo los singles, la mayoría han decepcionado, pues no funcionan igual de bien por separado que como parte de un conjunto. En realidad, es un punto a favor de la Minai, pues en otros trabajos hemos echado en cara lo mal que estaba escogido el orden del tracklist (por norma general, los singles siempre en los primeros puestos) mientras que en “The Pinkprint” se intercalan creando una transición lógica entre medio-tiempos y temas bailongos, al tiempo que no se te hace pesado la reiteración de “todos a la vez”. Más entendibles son críticas hacia el contenido de las letras, donde del esperanzador comienzo de “All Things Go” (donde habla del asesinato de su primo o de un aborto) pasamos a la banalidad de costumbre, con temáticas que van desde el recurrente “soy la mejor” hasta el siempre funcional “Me encanta follar”. Vamos… nada nuevo bajo el sol. Y sí, no os preocupéis que voy a hablar de ella. De esa canción. La canción. Antes decía que en “The Pinkprint” hay una canción para todo tipo de público de la Minai. Pero para todos… ahí está “Anaconda”, pieza clave del trabajo dedicado a endiosar aún más el trasero de la artista, con un ritmo frenético y un verso sencillo pero efectivo: “Me dijo que no le gustan las huesudas. Prefiere tener algo de donde agarrar”. La historia de la música está llena de álbumes que pasan a la posteridad por una única canción que eclipsa todas las demás. Es el caso de (por mencionar sólo un par de ejemplos y no alejarnos del hip hop), el “Hey ya” del “Speakerboxx(The love below” de los Outkast o el “Crazy in love” del álbum debut de Beyonce. “Anaconda” es el “Hey Ya” de “The Pinkprint”. Y ya sólo por eso, merece la pena escucharlo. Eso sí… mucho mejor en su conjunto.

viernes, 10 de marzo de 2017

EMINEM: the marshall mathers LP 2 (2013)


Información general: reseña del octavo álbum de estudio del rapero Eminem, secuela de “The Marshall Mathers LP”, su disco del 2000. Esta continuación salió al mercado en noviembre de 2013 bajo los sellos Aftermath Entertainment, Shady Records e Interscope. Contiene 16 temas, la mayoría producidos por Rick Rubin, y se extrajeron los singles “Berzerk”, “Survival”, “Rap God”, “The Monster” y “Headlights”, contando en el tracklist con colaboraciones de Rihanna o Kendrick Lamar. Hasta la fecha, ha vendido más de cuatro millones de discos en todo el mundo.

Crítica: hace más de una década, Eminem no era solamente un músico. Era un estandarte, un referente, un “rebelde sin causa” en el que se veía reflejada toda una generación de inadaptados. Su éxito, le pese a quien le pese, ayudó a popularizar el hip hop, tal y como él mismo decía: “Soy el Elvis del rap”. Su famosa pose de aquella época, mordiéndose los labios y enseñándole el dedo a todo el mundo, no era solamente una provocación gratuita, sino toda una declaración de intenciones. Curiosamente, años después, superadas todas sus adicciones y con cuarenta tacos, podría haberse convertido en aquello de lo que tanto se jactaba en sus videoclips: una estrella del rock pagada de sí misma, sombra de lo que en su día fue, como el Elvis gordo de Las Vegas o el Michael Jackson que enseñaba a su bebé por la ventana. Consciente de ello, llamó a Rick Rubin, productor que fue el primero en clavar la lanza en nombre del rap con su grupo, los Beastie Boys, y que posteriormente ha coqueteado con otros géneros, como el rock, convirtiéndose en uno de los músicos más influyentes de las últimas décadas. Todo ello para deconstruir su propia figura, lo que incluye  su propio legado, y volviendo a reírse de todo el mundo, empezando por sí mismo. El álbum se dispara con “Bad Guy”, donde Marshall juega de nuevo a transformarse en otro, en este caso, el hermano pequeño de “Stan”, uno de sus singles primerizos de más éxito; una canción de bienvenida de siete minutos donde Eminem juega a matar… al propio Eminem, con la voz de su conciencia preguntándole: “¿No crees que la gente se dará cuenta de que esta secuela no es más que un truco publicitario?” y otra de las frases más memorables de todo el LP: “Todas las mujeres a las que has insultado… así es como tratan a tus hijas” (Eminem tiene dos hijas, las cuales deben estar ya en la adolescencia). Tras esta especie de broma macabra, llega “Rhythm or reason”, con el sampler de “Time of the season” de Zombies, popular éxito de finales de los 60 en cuyo estribillo se pregunta: “¿Quién es tu padre? No lo sé… pero me pregunto si es tan rico como yo”. En general, hay una mezcla de contradicciones en el álbum, sello personal de la casa, dependiendo de las distintas personalidades que posean al rapero en cada momento. Así, mientras que en “Legacy” hace una retrospectiva de todo lo que ha conseguido a pesar de ser un marginado en el instituto, y en “Stronger tan i was” vuelve a atreverse a cantar para hacer la mejor reflexión posible tras la ruptura de una relación tóxica “Aunque ahora esté jodido, esto sólo me hará más fuerte de lo que era”, en otras pistas saca su vena más egocéntrica y se autoproclama “Dios del Rap”. Todo ello, con un marcado acento en las bases hacia el rock u otros géneros poco transitados en su género (“So Far” tiene unas pinceladas country mientras que “Love Game” es puro surf californiano). Lo más sorprendente, con todo, es que dos de las canciones más notables, su comercial regreso con Rihanna en “The Monster” y la honesta “Headlights” (donde pide perdón a su madre por haber aireado su tormentosa relación públicamente) están escondidas dentro del tracklist; no sólo fueron unos tardíos cuarto y quinto single, respectivamente, sino que también son de las últimas pistas del disco, como si no fuesen más que material de relleno. La broma final que tanta gracia le hace al rapero de Detroit es que los chicos que se encerraban en su cuarto para escucharle a finales de los 90, mientras su padres les golpeaban la puerta y se tiraban de los pelos… hoy en día son a su vez padres que se tiran de los pelos porque sus hijos le escuchan. El ciclo de la vida… según Eminem.