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miércoles, 1 de febrero de 2017

Crítica de "La isla mínima" (2014)


Año: 2014. Escrita y dirigida por: Alberto Rodríguez (“Grupo 7”). Intérpretes: Raúl Arévalo (“Primos”), Javier Gutiérrez (Satur en “Águila Roja”), Antonio de la Torre (“Caníbal”), Nerea Barros (“El tiempo entre costuras”), Jesús Castro (“El niño”), Jesús Carroza (“7 vírgenes”). Premios: es la gran favorita de los próximos Goya con 17 nominaciones.

Sinopsis: en 1980, dos policías de Madrid son enviados a orillas del Guadalquivir para investigar la desaparición de dos hermanas durante las fiestas del pueblo. Uno de ellos es joven, idealista y representa el futuro, mientras que el otro es un tipo duro y sin escrúpulos, auto-destructivo, con fama de haber sido la mano dura durante el franquismo. Los dos deberán superar sus diferencias cuando descubren que el caso no es el primero de la comarca, sino uno más en una larga lista.

Crítica: “Hay que dar la noticia a los padres. Sois del pueblo. Os conocen” “Hacedlo vosotros. Nosotros tenemos que seguir viviendo con ellos”. La casualidad, para bien o para mal, ha querido hacer coincidir temporalmente el film de Rodríguez con la serie de “True Detective”, por la contraposición de sus protagonistas, su ambientación y contexto y sus aires de polvoriento género policíaco. Algo de eso hay, pero las comparaciones podrían extenderse a “El secreto de sus ojos”, “Zodiac”, “Memories of Murder” o las novelas de James Ellroy. En realidad, todas las obras maestras se parecen un poco entre sí. A la que no se parece en absoluto es a “El niño”, pretendida rival en la próxima edición de los Goya y de la que está a años luz, por la calidad a la hora de construir sus engranajes y lo bien que estos funcionan una vez se ensamblan. Y, si la de Monzón se vendió a bombo y platillo por el descubrimiento de su protagonista (Jesús Castro, que también tiene aquí un breve papel), “La isla mínima” re-descubre a dos grandes talentos; dos actores que a menudo suelen mostrar su vis cómica pero que aquí demuestran que la contención es una virtud, componiendo dos perfiles muy diferenciados sin caer en lo obvio. Me encanta que sus diferencias no sean el eje principal de la trama y que su relación no caiga en ese “compadreo” en el que parecen tener que derivar todas las “buddy movies”. Pero “La isla mínima” sobrevuela por encima de las demás producciones del año por su gusto excesivo con el detalle y el modo en que va ofreciendo sus pistas al espectador, como si el visionado de la cinta fuesen también un crimen en sí mismo que el público debe descifrar. Y como todo buen crimen, hay maravillosas pistas falsas, como esa donde se nos hace creer que el final del personaje al que interpreta Javier va a ser la muerte (que hubiera sido previsible) y… bueno, mejor no decirlo, por si acaso.

Resumiendo: muchas veces, hacer una valoración de qué película es la mejor del año, aunque sea en un coto tan reducido como el de nuestra industria, se convierte en una tarea difícil que se derime por los gustos y apetencias de quien las juzga. En esta ocasión, sin embargo, no hay factor de duda posible. “La isla mínima” tiene ese halo de buen cine que seguirá siendo revisionado y reivindicado con el paso de los años.

Memorable: hay veces en que enmarcar una historia dentro de un contexto socio-político y geográfico concreto no tienen más sentido que el estético o la rigurosidad con un presumible material original que se adapte. Aquí, todo juega a favor para crear una ambientación a base de pequeños detalles que te transportan directamente dentro de la película. Vamos, lo que deberían hacer todas… y no hacen.

Mejorable: como señalaba al principio, he escuchado gente ventilarse esta propuesta con una simple frase: “Es como True Detective”. En realidad, ha tenido suerte: si hubiese sido estrenada un año después, se la estaría acusando directamente de plagio.


Parafraseando: en un lugar y época donde la mujer no significa nada, adquiere especial relevancia una conversación del tipo: “Tenían fama… ya sabe” “¿Fama de qué?” “Les gusta pasárselo bien” “¿A usted no?” “Fama de fáciles”.

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