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Información
editorial: reseña de la miniserie de 4 números, “Death of Wolverine”, publicada
por Marvel Comics entre septiembre – octubre de 2014, obra de Charles Soule
(guión) y Steve McNiven (dibujo). La idea, tanto de Soule como de la propia
Marvel, era que Logan permaneciese realmente “muerto” a nivel editorial durante
al menos dos años, pero la reciente “Secret Wars” ya le ha traído de vuelta en
un título (“Old Man Logan”) que empezará a publicarse a partir del próximo mes
de octubre.
Antecedentes: en
2013, durante el cuarto volumen de la serie regular “Wolverine”, Paul Cornell
narró cómo un virus dejaba sin factor de curación a Lobezno, sin duda el gran
exponente de sus poderes y que le conferían un carácter prácticamente
“inmortal”. Ante el miedo de que los fans se quedaran decepcionados de que la
nueva condición del lpersonaje se quedara en una mera estrategia de márketing,
la Casa de las Ideas decidió finalmente dar el paso (sobre todo, ahora que ya
no vende tanto como antes; en la década de los 80 y 90, donde su presencia en
cada título de la editorial era prácticamente omnipresente, sí que habría sido
llamativo e impensable de ver ejecutado), dejando la tarea en las manos del
escritor de moda, Charles Soule (responsable del “Swamp Thing” del último
relanzamiento DC) y el ilustrador Steve McNiven (en los últimos años, vinculado
a grandes eventos de Marvel como la “Civil War”). El producto resultante, de
cadencia semanal (con algunos pequeños retrasos) fue, desde luego, un rotundo
éxito de ventas.
Historia: Logan
va a morir. Lo sabe. Su cuerpo aún guarda cierta dosis de radiación de la bomba
atómica de Nagasaki y el simple hecho de sacar sus garras (que abren una herida
en sus nudillos, ahora incapaz de curarse rápidamente) le dejan expuesto a una
terrible infección. En su momento más débil, alguien ha puesto además precio a
su cabeza y esto hace que sea perseguido por toda una horda de enemigos que
quieren cobrarla. Así, a Logan no le quedará más remedio que afrontar su
destino y deambular desde su cabaña de Canadá hasta Japón, pasando por
Madripoor y reencontrándose con viejos amigos y enemigos como Nuke, Viper,
Dientes de Sable, Kitty Pryde, Lady Deathstrike o el demonio Hogun.
SPOILER: tras
descubrir que quien ha puesto precio a su cabeza es el doctor Abraham
Cornelius, el mismo que le utilizó durante el Proyecto Arma X, Logan viaja
hasta unas instalaciones de Nevada donde Cornelius está experimentando con
hombres y mutantes para sintetizar un factor de curación supuestamente por el
bien de la humanidad. Pero Logan no está dispuesto a permitir que se siga
torturando a seres humanos, así que destroza el complejo y obliga al doctor a
salir huyendo. Durante el proceso, Lobezno acaba empapado en adamantium líquido
y Cornelius muere por un fragmento de cristal. Mientras el adamantium se
solidifica sobre su cuerpo, Logan hace un repaso de los mejores momentos de su
vida observando la puesta de sol y dice: “Suficiente”. Muere.
Crítica: cuando
un cómic se llama “La muerte de…”, el proyecto en cuestión no me suscita mucho
interés. No es que esté en contra, pero el título ya dice gran parte de lo que
necesito saber y saber que nada es inmuntable en esto de los tebeos le resta
cierta pátina de la brillantez que debería tener. Honestamente, hubiese
preferido que la susodicha defunción tuviese lugar en la serie regular y con
ello se hubiese puesto final a la misma, pero también entiendo el interés
comercial que un acontecimiento de esta índole puede suscitar. Metidos en
harina, puede que esta “Death of Wolverine” fuese necesaria (por muchos
motivos, empezando por la “guerra silenciosa” que Marvel mantiene con FOX por
los derechos cinematográficos de sus personajes), pero a mí me parece casi
surrealista. Paradójicamente, la condición oficiosa del personaje como
“inmortal” es lo que le ha acabado matando, pues a nivel e antigüedad, el
canadiense era más joven que, por ejemplo, cualquiera de los 4 Fantásticos. Y
sí, ya sé que se han contado historias del “garritas” durante la Guerra Civil
Española (1936-1939), por ejemplo, pero cosas parecidas han ocurrido con otros
personajes sin que haya chirriado tanto, buscándose subterfugios más sencillos
para explicarlo. Aquí lo que ha firmado la sentencia de muerte de Logan era esa
coletilla de “inmortal”. Es como cuando se decía que nadie podía quitarle el
casco al Juggernaut porque estaba sellado con magia y siempre existía el morbo
de ver quién se lo podía arrancar de un guantazo. Lo que hace Soule, pues, es
contar una historia para llevar a cabo dicha muerte, pero igual que ha contado
ésta, podría haber contado cualquier otra. Quiero decir, esa famosa estampa
comentada por todos de la primera splas page, con el bueno de Lobezno hecho
pedazos en su cabaña de Canadá y cubierto de sangre, que invariablemente nos
pintaba un desarrollo crepuscular, no tiene continuidad en el resto dela
miniserie. Hay pinceladas interesantes y la palpable sensación de que al
personaje se le quiere rendir un homenaje antes de congelarle en la nevera
durante un tiempo, pero no deja de ser un relato meramente convencional y
correcto. No es un mal cómic, pero igual que se ha hecho éste se podría haber
hecho cualquier otro.
Resumiendo: en la
mítica “Días del Futuro Pasado”, Chris Claremont fechó la muerte de Logan en el
“lejano” (por entonces), 2013. Parecía casi obligado que Marvel le acabase
“matando” por esas fechas, aunque sólo fuese por el respeto al mítico autor que
ayudó a forjar su leyenda. El producto surgido es tan respetuoso como inocuo,
con algunos buenos momentos pero quizás no tan sorprendente o épico como habría
cabido esperar. En el apartado gráfico, lo mismo podría decirse de un McNivel
del que francamente esperaba mas. Tiene algunos momentos inspirados, pero no
firma su mejor trabajo aquí. Ninguna muerte en la vida real puede calificarse
de “brillante”; ésta, en los cómics, tampoco lo es.
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