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miércoles, 1 de marzo de 2017

Crítica de "ALIADOS" (2016)


Año: 2016. Dirigida por: Robert Zemeckis (“Forrest Gump”). Escrita por: Steven Knight (responsable también del libreto de “Promesas del Este” y co-creador del programa “¿Quién quiere ser millonario?”). Intérpretes: Brad Pitt (“Seven”), Marion Cotillard (“The Dark Knight Rises”… ver crítica), Jared Harris (Lane Pryce en la serie “Mad Men”), Matthew Goode (el Ozymandias de “Watchmen”), Lizzy Caplan (“Monstruoso”), Anton Lesser (el Cyburn de “Juego de Tronos”). Presupuesto: 85 millones de dólares. Recaudación: 116.9 millones.

Sinopsis: Max Vatan es un espía al servicio de los aliados durante la II Guerra Mundial, asignado a una misión contra el embajador alemán en Casablanca, durante la cual se hace pasar por el marido de Marianne Beausejour, mujer en idénticas circunstancias a las suyas de quien se acabará enamorando y con quien contraerá matrimonio posteriormente en Londres. Sin embargo, y a pesar de la aparente felicidad con la que proseguirán sus vidas, colmadas con la llegada de una hija, el mundo de Max se vendrá abajo como un castillo de naipes cuando sus superiores le indiquen que Marianne está siendo investigada por la posibilidad de ser una contra-espía alemana.

Crítica: hace unos años, leí en una reseña que “El aviador”, de Martin Scorsese, seguramente sería la última película del “Hollywood clásico”. La verdad es que no sé a qué se refería exactamente ese comentario; si era una alusión a la temática del propio film o se refería más bien a una forma de hacer cine que ya no regresaría. Afortunadamente, y en cualquier caso, parece ser que se equivocaron. Es bastante obvio que la pareja protagonista de “Aliados” se disfrazan aquí de unos sosias de Ilsa Lund y Rick Blaine, destilando un carisma y glamour que remiten directamente a esa época dorada donde bastaba el nombre de dos estrellas en el cartel para justificar la realización de una película. Pero no es menos cierto que el desempeño de Zemeckis tras las cámaras es sencillamente abrumador, componiendo unas imágenes tan poderosas que trasladan al espectador a los distintos escenarios hasta el punto de llegar a tocarlos como si la realidad virtual estuviese un paso por encima de lo que se encuentra en estos momentos. En definitiva, cine de alto calibre que no consigue llegar a cotas más altas por la limitación de su propia historia, pero que es un placer contemplar esperando que no se acabe, algo que es difícil de encontrar en la cartelera de hoy en día, donde el “fast food” y las conexiones de banda ancha nos han llevado a consumirlo todo de manera rápida y sin subterfugios. Ya no disfrutamos de las películas: sólo queremos saber cómo termina. Y en ese sentido, “Aliados” va a contracorriente. Por fortuna.

Concluyendo: las películas de espías durante la invasión nazi son un subgénero en sí mismo que no se prodigan mucho hoy en día, quizás por la lejanía ya de dicho acontecimiento, o quizás porque sus vericuetos ya están muy transitados. La estupenda y muy recomendable serie “The Americans” le da algunos giros interesantes a la premisa, mientras que en “Aliados” se hace un homenaje a la vertiente más clásica de ese cine, con la connivencia cómplice de quienes aún suspiran cada vez que el “zappeando” en la hora de la siesta nos lleva a alguno de sos canales que ofrecen obras imperecederas en blanco y negro las 24 horas del día. Empero, esto me recuerda que la primera vez que vi por televisión “Casablanca” fue en una remasterización de la original “coloreada”, para todos aquellos que aún tenían sarpullidos por los “grises”. Zemeckis, Pitt y Cotillard obran la magia aquí en sentido inverso, y durante su visionado, muchas veces parece que “Aliados” estuviese rodada con la sobriedad del blanco y negro. Una película de las de antes. De las que ya no se hacen.

Memorable: el plano con el que se abre la película, de Max cayendo desde el cielo hacia las dunas, como si de un “paciente inglés” se tratase. El polvazo en medio de la tormenta de arena también merece una distinción, así como el tiroteo de la embajada, donde Pitt nos recuerda que una vez también fue un “maldito bastardo”.

Mejorable: el bombo que se le dio a la supuesta relación (falsa hasta donde sabemos) de sus protagonistas, en pleno divorcio entre Pitt y Angelina Jolie, que llevó incluso a insinuar que el hijo que esperaba la actriz francesa era de su partenaire en la película. Curioso, cuanto menos, que la relación entre Brad y Angelina también surgiese en una película (“Sr. Y Sra. Smith”) con una temática muy, pero que muy similar, y donde él también estaba en ese momento en otra relación (con Jennifer Aniston). Vamos, que ni el mejor guionista de Hollywood hubiese podido escribir algo así.


Parafraseando: en la sublime primera parte de la cinta, el personaje de Marion le demuestra a su compañero que lo tiene todo perfectamente controlado, además de ser una anfitriona que para sí quisiéramos muchos: “¿Podrás aguantar diez días en este pisito? No se está tan mal” “Dormiré en el sofá” “Mejor duerme en la azotea. Se está más fresco. Y además, en Casablanca los maridos suben a las azoteas después de hacerles el amor a sus mujeres”.

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