Estamos en el año 2000. Britney Spears sigue siendo virgen
(o eso sigue empeñada en hacernos creer) y sale con un tal Justin Timberlake,
que lleva el pelo largo y rizado a lo Bisbal. Los Backstreet Boys son la
boyband más vendedora de Europa, país al que se mudaron para promocionarse
recomendados por su mánager: Lou Perlman. Cuando regrasan a USA, sin embargo,
se llevan la desagradable sorpresa de que en su país no son el grupo de
adolescentes pop más “in”, sino otro también fundado (a sus espaldas) por
Pearlman. Un grupo donde está el mencionado Timberlake, salido del Mickey Mouse
Club, y otros cuatro chicos de clase media americana: JC Chasez, Chris
Kirkpatrick, Joey Fatone y Lance Bass. La lucha “de buen rollo” entre los BSB y
NSYNC por ser la mejor boyband se termina con el lanzamiento de “No Strings
Attached” (Sin Ataduras), el quinto álbum de estudio de los segundos. Dos
millones y medio de discos vendidos en su primera semana, quince alrededor del
mundo en total y ocho semanas en el puesto número uno de Billboard. Ellos son
los putos amos.
“No Strings Attached”
tiene todo lo que los tíos podemos odiar. Un grupo de cinco chicos guapos, jóvenes,
que no tienen pudor en mostrar sus sentimientos en edulcoradas baladas, que
encima saben bailar… y que se hartan a follar porque tienen a todas las nenas
llorando como histéricas (pero eso sí: no presumen de ello). Musicalmente,
tenían en las producciones a Max Martin, una especie de Phil Spector para el
“pop chicle” que sabía darle el toque justo a cada tema para que fuese un
éxito. Ritmos urbanos en los temas rápidos… sin llegar a ser hip hop (“I´ll
never stop”… ver videoclip, “Digital Get Down”); y temás lentos lo más
“moja-bragas” posible (“This I Promise You”… ver videoclip).
Por todo lo demás, el disco es un ejemplo de dinero bien
invertido y cómo un buen grupo de profesionales pueden convertir cualquier cosa
en una auténtica mina de oro. La estética del disco, jugando con el título del
álbum, muestra a los chicos como si fueran títeres de un cabaret francés del
siglo XIX. El primer single, “Bye Bye Bye”, es un auténtico vende-discos con un
videoclip a la altura de una gran producción de Hollywood. El segundo, “Its Gonna
Be Me”, les convertía en muñecos tipo el Ken de la Barbie, ligando con ellas en
un supermercado. El tema “Space Cowboys” se incluyó en la película de Clint
Eastwood del mismo nombre. Poco después, el grupo cantaría con Gloria Stefan el
tema principal de la peli “Música del corazón”, por la que serían nominados al
Oscar. Y todo ello con la prensa rosa persiguiendo a Justin y Britney a todas
partes como la “pareja modélica”. Vamos, que se hincharon a vender de forma
obscena. Personalmente, me quedo con un tema “a capella” donde se nota que,
efectivamente, los cinco chavales estaban muy “sincronizados” con sus distintas
voces: “I Thought She Knew”. Porque yo también tengo mis cuatro días tontos del
mes. Y porque, en el fondo, tiene una letra con la que cualquier tío puede
empatizar: “Yo sé que ella lo sabe”… así que, ¿para qué decírselo?
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